La primera película de John Wick sorprendió con sus criminales civilizados y un lenguaje sencillo pero contundente. El universo creado por los directores Chad Stahelski y David Leitch y el guionista Derek Kolstad -que se inspiró en filmes como Ronin (1998) y el clásico spaghetti western Érase una vez en el oeste (1968)- consiguió que Sin Control (John Wick, 2014) sobresaliera en el cine de acción contemporáneo. John Wick 2 (John Wick: Chapter 2) es una muy buena secuela que vuelve a lo que funcionó la primera vez: escenas con grandes peleas cuidadosamente coreografiadas, diálogos breves y eficaces, y su propia mitología.
La vida de un joven afroamericano de clase baja que debe enfrentarse al abuso escolar y teme explorar su sexualidad tiene todos los elementos para ser un drama de esos que buscan que el espectador derroche paquetes de pañuelos descartables. Pero gracias al trabajo del director Barry Jenkins, Luz de luna (Moonlight) es mucho más que los problemas de su protagonista. Se apoya en una sensibilidad que conmueve con su lenguaje visual y su guión despojado de lugares comunes.
Ben Affleck ha demostrado ser un gran director y saber protagonizar sus propias películas. Lamentablemente Vivir de noche no le hace honor al resto de su filmografía y resulta el peor de sus trabajos. Una película que homenajea a los clásicos de gángsters pero que se pierde entre todo lo que quiere abarcar. Affleck interpreta a Joe Coughlin, un ex soldado de descendencia irlandesa devenido en forajido.
Lo que propone Un monstruo viene a verme es interesante. Conor, un niño que debe lidiar con la inminente muerte de su madre, que padece un cáncer terminal, es visitado por un monstruo que le cuenta historias. El problema es que la presencia del monstruo es casi lo único atractivo que tiene la película. La fantasía hace que el drama lacrimógeno no sea tan pesado, pero no equilibra la cantidad de golpes bajos e innecesarios. La sensibilidad que el director Juan Antonio Bayona mostró en su ópera prima El orfanato (2007), un film de terror que también se centra en la relación de una madre y su hijo, parece haberse agotado para esta oportunidad.
Seis años le llevó a Damien Chazelle lograr que financiaran su proyecto, el mismo que rompió el récord con los siete premios que se llevó en la última entrega de los Golden Globes y ahora comparte junto a Titanic (1997) y All About Eve (1950) el de mayor cantidad de nominaciones a los Oscars. La La Land se convirtió en el gran nombre de la temporada y si bien cumple con su prometido no es la mejor película de su director.
Disney tiene una filmografía repleta de princesas, que con el tiempo se fueron alejando de los príncipes y ya no necesitan que alguien las salve. Frozen, el tanque que puso a la reina Elsa al frente, una mujer poderosa e independiente, demostró que su juego definitivamente había cambiado. Moana hace un planteo todavía superior: la hija del jefe de la aldea, que deberá liderar a su pueblo, se embarca en una aventura para salvar a su gente.
La llama de la pottermanía está lejos de extinguirse y JK Rowling lo sabe muy bien. La escritora realizó su primer guión cinematográfico para Animales fantásticos y dónde encontrarlos, el spin off de la saga de Harry Potter. Se abre una nueva puerta del universo mágico que está por cumplir 20 años, y lo que se vislumbra deja ganas de más. Quizás no para otras cuatro películas, como ya planeó Warner Bros, pero sí para una secuela.
Lo que tenía de original y simpática La era del hielo (Ice Age), cuando salió en 2002, le consiguió una nominación a los Oscar y el cariño del público. Pero lo que hacía adorable al film de Chris Wedge y Carlos Saldanha se pierde en la quinta parte de la franquicia que, con el afán de usar a personajes que en el pasado habían enganchado a las audiencias, se torna disparatada y poco efectiva. En las diferentes entregas de la saga se ha visto de todo: el deshielo, los dinosaurios y la eterna lucha de Scrat por conseguir su bellota. La era del hielo: Choque de mundos (Ice Age: CollisionCourse), no es más que todo eso puesto casi al azar, justificado por una trama que hace parecer que fue pensada en apuros. Scrat, enceguecido por su bellota, enciende una nave que lo lleva al espacio y, perdido a lo Sandra Bullock en Gravedad (Gravity, 2013), provoca que choquen los planetas y que una lluvia de meteoritos amenace a la Tierra. Manny, Sid y Diego, los protagonistas de los films anteriores, se dan cuenta del problema y se refugian junto a sus familias.
Trece años después de la exitosa Buscando a Nemo, Pixar pone en primer plano a uno de sus personajes más simpáticos: la olvidadiza Dory. Esta secuela, también dirigida por Andrew Stanton, quien comparte su tarea con Angus MacLane, se ubica un año después de las hazañas del pez payaso. En esta oportunidad veremos la historia de Dory, cómo llegó a conocer a Marlín y a su hijo, y conoceremos detalles de su infancia.
La directora Daniela Goggi y Eugenia Suárez vuelven a trabajar juntas en El Hilo Rojo, que sigue los pasos de Abzurdah pero se queda en el camino repitiendo esquemas con poco éxito. Se trata de una historia de amor de esas que no logran concretarse. Manuel (Benjamín Vicuña) es un enólogo que viaja a España y en el aeropuerto se enamora a primera vista de Abril (Suárez), que resulta ser la azafata de su vuelo. Arriba del avión se desata la química y acuerdan verse una vez que aterricen, pero cuando llegan al suelo español pierden su rastro.