El realizador mejicano Carlos Reygadas debe ser el más particular, personal y hasta extravagante cineasta en actividad. Tiene en su haber sólo tres films y todos ellos presentan singularidades con pocos parangones en la cinematografía actual. Japón y Batalla en el cielo han sido obras inclasificables y transgresoras hasta el capricho, pero al mismo tiempo dotadas de verdaderas proezas visuales, técnicas y expresivas. Luz Silenciosa, aún fiel a su estilo audaz, provocativo y sorprendente, es sin dudas su obra más acabada y madura. Con lejanos puntos de contacto con el thriller de Peter Weir Testigo en peligro, fundamentalmente por ubicarse íntegramente en una colectividad menonita, pueblo germánico que elige vivir fuera de casi todo patrón tecnológico o industrial de México, Reygadas focaliza meticulosamente en el conflicto de un hombre bígamo que infringe gravemente las leyes religiosas y sociales de su comunidad. Su bellísima manufactura, plena de atmósferas sugerentes, intensas y de alto contenido emocional y espiritual, se suma a profundas interpretaciones de un elenco de actores no profesionales; haciendo olvidar cierto exceso de metraje y de planos alargados. Elementos que de todos modos forman parte indisoluble del estilo de este notable cineasta. Una experiencia fílmica extraordinaria.