M3GAN representa la segunda película del director nerozelandés Gerard Johnstone, quien cobró notoriedad en festivales de cine con su ópera prima, Housebound, estrenada en el 2014.
Una muy buena comedia de terror donde elaboraba una parodia creativa de la temática de casas embrujadas.
Con su nuevo proyecto debuta en Hollywood a través de una historia escrita y producida por James Wan que ofrece un aporte decente dentro del subgénero de muñecos malditos.
La mayor virtud de esta propuesta es que la trama se encamina por el terreno de la sátira y no se toma en serio el concepto ridículo que desarrolla.
Un problema que a menudo suelen tener este tipo de filmes, como ocurrió recientemente en la saga de Annabelle.
Salvo que se trate de casos muy específicos como el clásico Magic (1978), que contó con el guión de William Goldman (Maratón de la muerte) y el rol protagónico de Anthony Hopkins, es muy difícil que estas producciones tengan grandes momentos de horror porque cuesta tomarlos en serio.
Johnstone y Wan lo tuvieron en claro y trabajan una sátira de la relación de los adolescentes con la tecnología en un relato que combina a Chucky con Terminator.
Dentro del delirio que presenta el argumento al menos incluye una reflexión sobre este tema y aunque el espectáculo es terriblemente predecible el director lo hace llevadero con su narración.
M3GAN genera más risas que miedo y está dirigida a la platea sub 20, el target de público que probablemente más disfrutará este film.
Para el resto queda un entretenimiento decente que se deja ver por su contenido humorístico y algunas escenas inspiradas de suspenso.