Madre e hija en busca de algo en común
Enrique Stavron dirigió Ma fille, un inusual largometraje
Surgido de la pléyade de realizadores independientes de la cinematografía local, Enrique Stavron comenzó a basar su trayectoria artística en varios cortometrajes y en un largometraje estrenado en circuitos no comerciales. Con estos antecedentes se decidió a presentar Ma fille ("Mi hija"), una producción que posee una muy buena dosis de interés, ya que fue rodada en blanco y negro (sólo algunas escenas están viradas a un tenue color), es hablada totalmente en francés con subtítulos en castellano y recorre una historia que se centra casi en su totalidad en sus dos intérpretes.
Atípica en su forma, esta producción se centra en Susana, una actriz argentina que debió trasladarse a Francia para luego volver a Buenos Aires tras dejar en París a Isabel, su hija. Pasaron veinticinco años desde que la madre se separó de quien ahora es una muchacha que decide viajar a nuestro país para reencontrarse con esa mujer, y de este reencuentro nacerán rencores, alegrías, sorpresas y cálidas evocaciones de un tiempo ido.
El guión se ciñe simplemente a los diálogos de las dos mujeres en un solo ambiente (el departamento de la madre), y de ellos surgirá todo un pasado en el que las dos remontarán sus memorias a un padre casi desconocido y volverán al presente, cuando la hija hace insólitas confesiones a una Susana que sabe perdonar y que, a su vez, buscará el perdón de Isabel por haberla abandonado.
El realizador concentró la trama en un solo ámbito, lo que por momentos convierte al film en demasiado teatral, pero una cámara atenta a todos los movimientos de ese dúo eleva el potencial del film, que, sin duda, posee la necesaria ternura como para que el público no se sienta indiferente ante la problemática expuesta en la pantalla.
Las actuaciones de Susana Beltrán, de Isabelle Moreau y, en una breve parte, de Michel Agogué apoyan con seguridad esta original obra.