Ay Jason Blum: lpqtp
Erica (Juliette Lewis) con su hija adolescente Maggie (Diana Silvers) vuelven al pueblo de donde es oriunda por presuntos problemas económicos que la ponen a trabajar como camarera en un casino y a Maggie en un nuevo colegio con compañeros nuevos, con todo lo que eso implica para una adolescente de su edad. Hasta ahí la típica historia convencional que intenta ponernos en contexto de lo que va a ser una película con grandes problemas de guion y que no logra establecer los parámetros para imponerse como una nueva joya de la compañía Blumhouse tras grandes éxitos como Get Out o Split (ambas de 2017).
El encargado de la dirección es Tate Taylor, quien estuvo detrás de cámaras en The Help (2011) y la floja The Girl on the Train (2016). Enseguida vamos a ver a Maggie tener los primeros acercamientos con algunos compañeros del nuevo colegio al que asiste. Con esa idea un tanto reiterativa de que todos los adolescentes solo quieren beber alcohol y fumar marihuana es que salen de parranda en la furgoneta de uno y se topan con Sue Ann (Octavia Spencer) que obra de buena samaritana para abastecerlos de alcohol ya que ninguno es mayor para compararlo; pero ella no solo accede a esto sino que además los invita a su casa, más precisamente a su sótano, con la premisa de velar por su seguridad y tengan un lugar seguro donde parrandear sin salir a conducir en estado etílico y/o drogados.
Claramente los intereses de Sue Ann son otros y nada tienen que ver esa imagen de señora buena onda que intenta dar,. La actuación de Octavia Spencer es lo mejor de la película, siempre correcta en absolutamente todas las escenas pero el film es preso de su propio guion, la sobrexplicación hace que no se entienda esa necesidad por contar con detalles el porqué del accionar de Sue Ann sumado a la forzada aparición de personajes como de Ben (Luke Evans), desaprovechadísimo, que hacen mella en una historia pasada cuando jóvenes tuvieron desafortunados tratos con Sue Ann, esos flashbacks logran todo lo contrario con el personaje de una mujer atormentada y terminan siendo contraproducentes a su fin. Hay momentos realmente inexplicables e innecesarios en los que me sentí subestimado, soy muy fan del género, pero no hay un rumbo para esta historia. Los personajes toman decisiones que no se quedan solo en lo absurdo de una ficción normal: hay situaciones que no tienen sentido como una transfusión de sangre o el indicio de una noche donde un personaje que ha sido drogado despierta semi desnudo en su cama con signos de haber sido ultrajado y sin más datos que unas marcas en las rodillas y sin más explicación que esa.
El tercer acto, cuando uno cree que todo va a ser un baño de sangre, queda en algún que otro momento gore, personajes opacados como el de la gran actriz Allison Janney (Dra Brooks), jefa de Sue Ann en la veterinaria donde trabaja, o la misma Juliette Lewis que hacen sombra a una película olvidable, muy a mi pesar ya que fui con muy buenas expectativas. El cierre predominante en clichés casi sin esfuerzos la transforma en una película plana, por momentos larga y que seguramente pase sin pena ni gloria por el cine. Esperamos los fans del género que no sea esto una recaída en las muy interesantes propuestas por parte de Blumhouse que es junto a A24 de los mejores exponentes de cine de terror y fantástico en la actualidad. Por favor Jason Blum: en ti confiamos.