El director australiano Justin Kurzel trae a Michael Fassbender y mucha potencia visual en su versión de Macbeth, la clásica obra de Shakespeare.
El valiente soldado Macbeth escucha, luego de salir victorioso en una dura batalla, a tres brujas que predicen que será proclamado Rey de Escocia. A partir de ese momento y con incentivo de su esposa, el fiel y hábil soldado del Rey Duncan se verá absorbido por la ambición de poder.
Paisajes oscuros y representados con grandes campos teñidos de sangre, personajes envueltos en conflictos, cámaras lentas y planos que marcan la línea del horizonte con la figura humana en el centro parecen gustarle demasiado a Justin Kurzel. El director, que además es diseñador teatral, repite estas características ya visualizadas con un sadismo superior en Snowtown (2011), su primer y único film antes de Macbeth. El DF de la serie True Detective, Adam Arkapaw, tiñe y contribuye con esta forma de representación oscura, sangrienta y onírica que tiene una de las obras más reconocidas de William Shakespeare.
La primera escena augura la crudeza con la que se encontrará el espectador durante los veloces 113 minutos de duración. Las secuencias que hay entre la primer batalla y la última parecen ser de transición, ya que la épica de la media hora final- que es digna de los buenos filmes de gladiadores- es el súmmum de la demostración de estilo del director. Además, la música de Jed Kurzel lo embellece todo.
Que los diálogos sean citas textuales de la obra de Shakespeare, a primera impresión, no cae del todo bien. Con el correr de la película el oído se acostumbra y la belleza visual y las interpretaciones majestuosas hacen de esto un granito de arena más que suma al estilo implantado por Kurzel. Sin embargo, el guion por momentos parece muy embrollado. La historia es llevada a cabo por un gran Fassbender y por la potencia de sus imágenes, pero deja cabos sueltos a un espectador que nunca vio o leyó alguna representación de la obra.
En el reparto destaca la figura casi infalible de Michael Fassbender (300, 12 Years to slave, Shame) como Macbeth. Este actor es díficil que elija un proyecto que no le quepa. La interpretación, que conlleva diversos estados mentales del personaje centrados en su demencia por el poder, le cae a la perfección. Marion Cotillard (La vie en rose, De rouille et dos), la excelente actriz francesa, interpreta a Lady Macbeth, la esposa del soldado. A decir verdad, los momentos en los que Cotillard tiene que demostrar su categoría lo hace, pero el poderío del personaje se pierde en un guion confuso. David Thewlis (Harry Potter, The boy in the striped pajamas) y Sean Harris (Mission Impossible: Rogue Nation) son el Rey Duncan y MacDuff, respectivamente, y ambos hacen un trabajo, como siempre, correcto.
Aunque quizá la historia deje algunas dudas, lo que recordará el espectador será el poder visual, una espectacular batalla teñida de rojo sangre y un Fassbender pocas veces visto. Justin Kurzel hace bien su trabajo y se da a conocer al mundo con una película que lo coloca poco a poco en un lugar de realidad, y no de promesa.