Continuación con demasiados autorrobos
La fórmula que tan bien funcionó en la Machete original pierde algo de consistencia en su segundo tramo, que prenuncia una conclusión en el espacio exterior. Como siempre, Trejo y Michelle Rodríguez destacan aun más que la constelación de invitados.
La idea de la Machete original (2010) era buenísima: crear un héroe de acción que fuera un tipo impresentable, pero que terminara convertido en brazo armado nacional y popular. Como darle un empujoncito político-mexicano al Snake Plissken de Fuga de Nueva York. Que también era un marginal y también dejaba pagando al mismísimo presidente de los Estados Unidos, después de haber cumplido su obligada misión de rescate. En Machete Kills, segunda parte de una secuela que tiene continuación anunciada (Machete Kills Again... In Space!), la fórmula pierde consistencia, quedando reducida a una cáscara que se rellena con alguna ideíta acá, algún atisbo allá, algún famoso más allá. Si hasta casi no se siente ese placer loco de filmar berretadas como disparos de ametralladora, que siempre fue la flor y nata del cine de Robert Rodríguez...
Coproducción entre Estados Unidos... ¡y Rusia!, Machete Kills encuentra al héroe (el siempre extraordinario Danny Trejo, versión mexicana del Vikingo de Campusano) y a la serie misma sufriendo una pérdida importante, que no debe contarse. Cuando unos corruptos agentes de la DEA están por ejecutarlo en un sucucho, suena el teléfono y alguien pregunta por él. Es el presidente de los Estados Unidos, faltaba más, interpretado por Charlie Sheen, a quien los créditos devuelven su nombre real de Carlos Estévez (recuérdese que papá Martin se llama en verdad Ramón Antonio Gerardo Estévez). El presi anda requiriendo que el hombre del rostro con más pozos que las calles porteñas busque y atrape a un temible narco mexicano (Demián Bichir). Punto de partida muy semejante al de Fuga de Nueva York, con un héroe que acá tampoco puede rechazar la oferta.
De allí en más, Machete Kills funciona como una de Steven Seagal (que no por nada participaba de la Machete original) con toques de Bond berreta y dirigida por Rodríguez. Esto es: acumulación de episodios y personajes, más para sumar minutos y engrosar el elenco que para sacarles el jugo, gatillo fácil a niveles alarmantes (por cualquier pavada todos matan a todos) y algún que otro guiño, chiste o idea no demasiado inspirados, incluyendo autoafanos. Yendo por partes, los nombres del gigantesco elenco (ver ficha técnica) incluyen a Jessica Alba, Amber Heard como reina de belleza WASP de San Antonio, Texas (patria chica de Rodríguez), la colombiana Sofía Vergara al frente de un grupo de feministas armadas que parecen salidas de Sin City, los mismísimos Antonio Banderas (recuérdese que actuó en La balada del pistolero y otras de Rodríguez) y Mel Gibson... ¡y hasta Lady Gaga, paseando algunos de sus exóticos modelitos!
Una idea más divertida en los papeles que en los hechos es la del villano al que llaman El Camaleón, porque su rostro es una careta que se saca y debajo hay otro. El chiste es que en realidad no es una careta, sino un actor famoso, que va dando lugar a otro (Cuba Gooding Jr. a Lady Gaga, y así). Una idea buena, pero autoafanada, es que Sofía Vergara lance cuchillos o disparos de ametralladora desde las puntas de su corpiño metálico (la colombiana es famosa por su pechera). Autoafanada de la pata de palo-ametralladora de Rose McGowan en Planet Terror. Un desmadre final que anuncia la próxima secuela, con homenaje a El hombre de la máscara de hierro, cita visual de Dr. Insólito y un lanzamiento al espacio, donde tendrá lugar la tercera.
Pero lo único verdaderamente bueno, fuerte, con verdadero volumen físico y dramático es la gran Michelle Rodríguez, con su parche en el ojo como cita de Snake Plissken, atuendo de guerrera sexy que se impone en cada escena y una condición de líder de grupo resistente que no le queda ni un pelito grande.