El nacimiento de una saga
Tierra roja, reseca, tierral y un rostro de rasgos cortados a cuchillo. México y Danny Trejo son los protagonistas de Machete, la película de Robert Rodríguez en la que el director no deja ningún cliché por fotografiar. Rodríguez, devenido en entretenedor de público latino y hábil imitador de Quentin Tarantino, armó la película cuando vio que salía bien una ocurrencia con cara de Trejo, para un tráiler. Machete es el nombre del ex federal que salta el cerco de la ley para hacer justicia. El tema, archivisitado, se consuma con una comedia sangrienta, de trazo grueso y humor negro. Aun así, Machete puede divertir a los seguidores del cine clase B y a los espectadores que disfrutan con los gestos paródicos, porque Rodríguez lleva formato y género a extremos delirantes.
Machete deambula sin trabajo por el área fronteriza donde sobreviven los mejicanos ilegales. A medida que corre la acción, cada vez más violenta, el perdedor (es ex agente federal que cayó en desgracia) va forjando su leyenda, rodeado de mujeres muy especiales. El director carga las tintas en los perfiles de unas divas de historieta. Las chicas que se parodian a sí mismas son de armas llevar y hablan un cocoliche spanglish.
Michelle Rodríguez (Lost) es Luz, la chica que ayuda a los inmigrantes desde su puesto de tacos; Jessica Alba explota sus encantos como Sartana, la agente de inmigración; y Lindsay Lohan se ríe de sí misma (“yo sé lo que la gente quiere”) y se desnuda en el rol de April, la hija del mafioso de guante blanco.
Machete ha sido considerada una película oportunista, estrenada cuando en Arizona el avance de la derecha logró una ley restrictiva contra los inmigrantes. Conceptualmente, es insostenible por lo burdo del planteo general. Desde aquí, se la ve como un producto típico de Rodríguez que, si bien subestima al público masivo, transita los estándares del género con la cámara como machete eficaz.
Son perlitas para el chiste, las participaciones con personajes extremos de: Robert De Niro, el senador anti inmigrantes al que Machete debe asesinar; un resucitado como Don Johnson en el rol de Von Jackson, cazador de mejicanos en la frontera; Steven Seagal, macizo hombrón en el papel del narcotraficante Torrez. Y el chiste mayor, Danny Trejo presentado como sex-symbol latino que conquista a todas con su rostro inmutable. El camino para la creación del Charles Bronson contemporáneo ha comenzado.