Con sello inconfundible
Tras el falso trailer de este largometraje, aparecido por primera vez en los avances del proyecto Grindhouse -que realizó junto a su amigo Quentin Tarantino- Robert Rodríguez (1968, Texas, EEUU) demuestra una vez más que sabe renovarse constantemente, a pesar de insistir con los estereotipos.
Se trata de un caso raro. Porque el director de Sin City y Érase una vez en México, entre otras, no se caracteriza por usar ideas precisamente originales; sin embargo, su mayor fortaleza consiste en amalgamar historias que ya han sido tratadas (que incluyen desde asesinos solitarios, vampiros y zombies hasta espías infantiles) con su toque inconfundible, que le ha ganado renombre a base de entretenimiento puro y duro.
Machete no es la excepción a la regla, porque después de ver al mítico Danny Trejo camuflado en cuero, con sus cuchillos, tatuajes y arrugas durante los primeros minutos de la película, uno ya sabe con qué va a encontrarse. En este sentido, Rodríguez da un paso adelante cuando otros ya hubiesen retrocedido, y jerarquiza al actor por sobre el personaje.
Imposible entonces no disfrutar de gemas como el desquiciado político que encarna Robert De Niro, el siniestro mafioso que compone Steven Seagal, el cura pistolero de Cheech Marin o la autoparodia en la que se convierte Lindsay Lohan. Caso contrario sucede con los roles femeninos principales, que sucumben ante los encantos de Machete (a cargo de Jessica Alba y Michelle Rodríguez), siempre exagerados.
El film cuenta la historia del personaje del título: un policía federal de México que ha sido expulsado del cuerpo tras ser traicionado, tras lo cual intenta sobrevivir en la frontera que une al país con Estados Unidos. Allí, un prolífico senador en busca de una reelección intenta demostrar los peligros que implican la aceptación de inmigrantes en territorio norteamericano. Mientras tanto, un grupo narco planea hacerse del lugar para poder controlar los ingresos y egresos de productos en ambos países. En este contexto, Machete es contratado para cometer un asesinato, pero luego de sufrir un nuevo engaño decide vengarse no sólo de aquellos que quisieron arruinarlo sino, también, de quienes provocaron terribles males en su pasado.
Si bien las denuncias pueden resultar obvias, la bajada de línea sobre la política de inmigración que sostiene la película no deja de ser contundente, y a pesar de contar con el apoyo de grandes productoras norteamericanas (no sin algunos problemas a la hora de su estreno) el tema es eje central del conflicto.
Claro que, a la larga, todo el metraje es una excusa para que el director tejano dé muestras de su inagotable capacidad para crear escenas de violencia clase B, sin perder su estilo.
Machete es una película violenta y bizarra que resulta un homenaje al viejo cine de bajo presupuesto, mixturada con importantes dosis de humor negro, elementos del western y del cine gore. Tal vez no resulte apta para almas sensibles (como casi toda la filmografía de su director), pero su innegable calidad y capacidad de entretener la hacen irresistible.