La revolución de los pobres
Era predecible, tratándose de Robert Rodriguez, que ese trailer falso que unía en Grindhouse (2007) a Planet terror y Death proof contara con todos los ingredientes para convertirse en largometraje en el futuro.
El atractivo de ver a Danny Trejo empuñando un machete, esa arma rústica y simbólica de una clase social marginal, ya significaba demasiado como para perder la posibilidad de convertirlo en una historia. Ahora bien, lo que nunca nos hubiéramos imaginado tras ese trailer era que detrás de una película clase B orientada al puro entretenimiento se pudiese deslizar a cuenta gotas un planteo político y tan vigente en nuestros tiempos como el de la lucha de los inmigrantes ilegales mejicanos, utilizados como moneda de cambio por los Estados Unidos en iguales proporciones desde la derecha y desde la izquierda, y que en definitiva ocupa hoy uno de los pilares de la política exterior del imperio yanqui y de la agenda del presidente Obama.
Si a eso le sumamos que el inimputable Robert De Niro haga las veces de político derechoso que mata ilegales por diversión y al temible Danny Trejo como un mejicano justiciero y revolucionario que unirá a los desposeídos en una revolución a puro machete, metralleta y autos viejos, la diversión está garantizada.
Machete se asume desde el primer minuto por su propuesta estética como homenaje al cine clase B, planteando una historia absolutamente lineal que busca el pretexto ideal para deleitar a la platea con gore, algo de sexo y mucho humor en dosis adecuadas, que se valen de la autoparodia como un recurso inteligente y potable para esta ocasión.
Al resto del elenco se le suman la sexy Jessica Alba, quien juega el rol de policía mejicana honesta en un mundo corrupto y la dura Michelle Rodriguez en un doble personaje que por motivos obvios no revelaremos. Si a eso le agregamos como frutilla del postre a este convite de violencia y grotesco -dirigido aceptablemente por el realizador de El mariachi junto a Ethan Maniquis- las participaciones de Steven Seagal, Don Johnson y Lindsay Lohan, todos riéndose de sí mismos, el atractivo es lo suficientemente fuerte como para pasar un grato momento.