La venganza de los estereotipos mexicanos
“Jodieron al mexicano equivocado”.
Los caminos de la vida. Un delincuente condenado a 15 años de prisión se redime, se convierte dentro de la misma en campeón de boxeo, sale, entrena a Eric Roberts para pelear en Escape del Tren, comienza una segunda vida dentro del mundo del cine como entrenador, doble, extra… y un día, su rostro lleno de cicatrices de la vida llamaron la atención de los directores buscadores de estereotipos mejicanos y empezó a formar parte de pandilla de asesinos, criminales, etc. Pero un día, el reivindicador de los estereotipos latinos, llamado Robert Rodríguez lo llamó para formar parte de su obra completa. A veces, como villano, a veces como héroe, como se puede ver en la saga de Mini Espías. Pero el actor, californiano, pero descendiente de latinos, merecía tener un protagónico… y paradójicamente, lo consiguió para un trailer.
Los caminos de la vida. Cuando Robert Rodríguez se unió a Quentin Tarantino para realizar el díptico Grindhouse, se le ocurrió dirigir uno de los cuatro falsos trailers que acompañaron a los dos largometrajes, Planet Terror y A Prueba de Balas. Aunque Don’t de Edgar Wright (el mismo de Scott Pilgrim y Muertos de Risa), Thanksgiving de Eli Roth y, especialmente, Werewoolf Women of the SS, de Rob Zombie (con Nicholas Cage como Fu Man Chú), tuvieron una manufactura técnica increíble, el único que realmente pareció pertenecer a una película real, y sobretodo a una de los años ’70 era Machete, con Danny Trejo y Jeff Fahey como protagonistas.
El público enloqueció. Machete superaba a Planet Terror, y eso que duraba solo tres minutos y medio, y eso que la obra de Rodríguez es la obra más gore desde Muertos de Miedo de Peter Jackson (1993). El público lo pidió, el público lo tuvo: ¡Danny Trejo Super Star y Machete se volvió real!
Es posible que al estar dirigida por Maniquis, alguno sienta que la película no es tan Rodríguez… Se equivocan. Rodríguez ha hecho su film más personal, riesgoso y anticonvencional, aun cuando cae en todos los estereotipos posibles.
Machete se acerca más al trazo grueso de Y Donde está el Piloto? a una Grindhouse. Esto se debe a que Rodríguez decidió ubicar la historia en los tiempos modernos, y sacarle un poco la estética “película de cine viejo”, que es algo más propio del director de Bastardos sin Gloria que de Rodríguez. Esta vez no hay Tarantino a la vista. Rodríguez mezcla lo mejor de todas sus obras: el humor, la acción y la falta de escrúpulos para mostrar de forma estereotipada, pero a la vez con mucho respeto a la comunidad mexicana que tenía la saga de El Mariachi / La Balada del Pistolero / Érase una vez en México, con cierta narración superflua de Mini Espías, ciertas “actitudes” que parecen sacadas de un cómic (como lo fue La Ciudad del Pecado) y el gore de Planet Terror con algunos personajes de Del Crepúsculo al Amanecer. Pero hay algo nuevo: citas cinéfilas obvias y chistes internos de Hollywood, que parecen inspirados en las obras de Zucker y Abrams… o del propio Tarantino, sumado a un dreamteam de figuras, donde sobresalen Don Johnson, Robert De Niro, Cheech Marin, Steven Seagal, Jessica Alba, Lindsay Lohan, Jeff Fahey, Tom Savini, y por supuesto, su protagonista, Danny Trejo.
Lo irónico, es que más allá de la sátira y la inverosimilitud de cada escena, o de cada minuto; del subrayado de algunos textos (pocas veces tan bien usado, prestarle atención al texto de la longitud de los intestinos), de las autoparodias de Lohan (con relación a su pasado de drogas) o el propio De Niro (conduce un solo auto en toda la película, adivinen cual), lo mejor de Machete, es el cinismo pero, a la vez, la seriedad, con la que encara el tema de la entrada de inmigrantes mexicanos ilegales en los Estados Unidos, y la sed de sangre, odio y xenofobia de los sectores más conservadores representados por los republicanos de Texas (el personaje de De Niro).
Con humor y estereotipos, Rodríguez critica la política de crear una valla eléctrica (iniciativa de la familia Bush, por supuesto), y sugiere que tal vez este acto beneficie al narcotráfico. Y no es algo que sobrevuela la película, sino el tema principal: los mexicanos discriminados en los Estados Unidos le declaran la guerra a los republicanos.
Violenta, surrealista, icónica. No hay plano de más y en cada encuadre se puede ver una cita u homenaje a otra película (incluida, Harry, el Sucio). Rodríguez y Maniquis crean una película muy imperfecta, pero planeadamente imperfecta que la hacen fresca, espontánea, más divertida y original. Algunas escenas con gran despliegue técnico contrastan con otras más pobres, pero a la vez, imprevisibles como los diálogos acerca de la “utilidad” de los mexicanos en Estados Unidos por parte de los guardaespaldas de uno de los villanos (entre los que aparece actuando Nimrid Antal, el director de Depredadores).
Es cierto que hay escenas que no quedan claras (como la inicial, pero el misterio da pie a una segunda parte quizás) personajes que desaparecen repentinamente (el de Savini) y un supuesto incesto que da pie a la ambigüedad.
Pero como dije, esta imperfecciones no hacen más que mejorar de alguna manera al film. Por momentos parece que a Rodríguez la película le importa muy poco, y otros que le preocupa mucho. Aun así, vale resaltar, que al director de Aulas Peligrosas, pone en un pedestal a “el mexicano” rudo y se burla de su protagonista (en pequeñas cosas), de la religión, de la política, de la mirada estadounidense. La falta de solemnidad y escrúpulos de Rodríguez provocan que Machete sea tan divertida.
Con logradas actuaciones, un montaje que por momentos sorprende, una banda sonora soberbia y una mirada autoral meticulosa, el nuevo trabajo de Rodríguez supera todas las expectativas (mucho más que Los Indestructibles destruidos de Stallone). Esperemos que Rob Zombie, Eli Roth y Edgar Wright sigan el ejemplo.
Todos los caminos se cruzan en un sagrado juramento: ¡Que Viva Machete!