Un futuro caótico trae acción acrobática y furiosa
La remake del film clásico de los años ochenta, encuentra al director George Miller en plena forma para la acción y a Tom Hardy como el antihéroe que intenta sobrevivir en un mundo enloquecido. Pocas palabras y diferencias con respecto a la versión original.
En los años ochenta Mel Gibson se convirtió en un héroe solitario que emprendía venganza contra los forajidos que asesinaban a su familia en Mad Max, la película australiana que se transformó en una trilogía de la mano de su creador, el director George Miller.
La nueva versión ambientada en un futuro post-apocalíptico encuentra a Max -Tom Hardy- escapando de un ejército de seguidores del tirano, Inmortal Joe -Hugh Keays-Byrne- y, en su ruta, se encuentra con Furiosa -Charlize Theron-, la mujer que intenta cruzar el desierto y lleva a un grupo de cautivas conocido como "las cinco novias".
Con este esquema argumental, la película de Miller elige el camino directo a la acción, con pocas palabras y sin explicaciones mediante, colocando a los personajes en el ojo de la tormenta: un pueblo que sufre la falta de agua y un tirano que administra el poder -y el poco combustible - a su conveniencia mientras promete llevar a sus fieles a "la tierra sagrada".
Mad Max: Furia en el camino muestra a un antihéroe enloquecido por las fantasmales apariciones de su pequeña hija en un presente que lo tiene encadenado y a merced de un grupo de malvivientes sanguinarios que lo persiguen sin descanso a lo largo del desierto. A diferencia del film original, en éste las mujeres son combativas y ocupan un lugar preponderante mientras el protagonista las necesita para sobrevivir y lograr su objetivo.
En esta remake nunca se ve la muerte de la hija de Max -sólo aparece a modo de flashback-, y la cámara frenética se posa sobre vehículos que marchan a toda velocidad, armados con desechos y partes de otros, al igual que el villano que se lanza tras los tules de sus novias y de la futura madre de su hijo.
Entre cadenas, acción acrobática que parece salida del Cirque Du Soleil, con un ejército balanceándose sobre sus presas, y hasta un guitarrista del infierno que tiene su propio escenario montado en uno de los camiones y desparramando música como una estrella de rock, la trama expone su lado más salvaje
El mundo ha enloquecido, con seres serviles y cromados que siguen a su amo hasta las últimas consecuencias: una suerte de Frankenstein que, a pesar de la máscara, deja al descubierto su monstruosidad. El mayor atractivo en este tipo de producciones reside en los grandes escenarios, las tormentas de arena y el diseño de los vehículos preparados para su carrera de la muerte.
Hardy se las ingenia para parecer un duro con las escasas líneas que le han tocado en suerte, mientras que Charlize Theron es una mujer de armas tomar, al frente del volante, y con todas las de ganar, entre explosiones, una tribu femenina de nómades y una cámara orgullosa que se ubica en los ángulos más estratégicos para potenciar la violencia.
Los espectadores nostálgicos quizás extrañen los tiempos de narración que tenía la versión original, pero los nuevos descubrirán a este policía de la ruta, envuelto con estética de comic, y en medio de un mundo que se ha caído a pedazos.