Nada hacía suponer que detrás de la nueva visita al universo de “Mad Max”, que el propio realizador Geroge Miller hace en “Mad Max: Furia en el camino” (USA, 2015), se iba a esconder uno de los productos comerciales más sólidos y brillantes que el cine ha brindado en los últimos años. Con el prejuicio de querer seguir creyendo que nada puede superar a un clásico, Miller nos tapa la boca a todos y convierte en un espectador al borde del infarto aún al más escéptico con su particular visión del mundo apocalíptico que creó para esta nueva entrega de la saga.
Esta entrega es entretenimiento puro. Donde la luz en algún momento suavizó las miserias y en un lugar donde la esperanza terminó sembrando algún vestigio de humanidad, una sociedad completamente partida y quebrada, con recursos naturales escasos, y en las que las diferencias son dictadas por Immortan Joe (Hugh Keays-Byrne), un déspota que a fuerza de engaños y sometimiento lidera los destinos del pueblo, se convierten en el escenario ideal para la aventura.
Del otro lado estará Max (Tom Hardy), un ex policía, que acosado por las pesadillas que su propia mente le genera, y habiendo perdido a los suyos, deambula por las desoladas y polvorientas carreteras en busca de la esperanza que le permita volver a su eje. Pero en el camino es apresado por un grupo de secuaces de Inmortan, que para utilizar su sangre en uno de los fanáticos extremos de él, lo torturaran y serán capaces de dejar su vida por el intento de mantener el status quo y el orden dentro del pueblo sometido.
Mientras es utilizado, Max aprovecha un descuido y se une a Furiosa (Charlize Theron), una de las líderes preferidas de Inmortan, que decidirá traicionarlo, y en vez de salir a la ruta a buscar petróleo para su jefe, tratará de llegar a una ciudad “verde” en la que ella alguna vez fue feliz. El raid en el que ambos se envuelven, con un claro confrontamiento de intereses inicial, es sólo superado por el intenso climax que se mantiene de inicio a fin en una increíble persecución y vorágine violenta que sólo suma delirio en cada paso que avanzan.
Con un despliegue visual, que suma, además de los áridos paisajes de los caminos, el trabajo sobre cada uno de los personajes, el desborde presentado, único, impactante, es superado escena a escena por cada integrante que se va sumando a la historia. Furiosa alberga en el interior del camión en el que iría a buscar insumos a un grupo de mujeres que no son otras que las diferentes “esposas” de Inmortan, de hecho una de ellas está embarazada y a punto de parir en cualquier momento por el nivel de stress en el que se verá involucrada.
También a ellos se sumará un secuaz del déspota (Nicholas Hoult) quien decidirá cambiarse de bando al comprender que con Furiosa y Max podrán finalmente hacerlo encontrar su propio destino. Con un inicio arrollador, y un guión que va depositando tensión a lo largo de cada indicio de información que se va brindando, si bien su propuesta por momentos desborda, es en el todo de “Mad Max: Furia en el camino”, en su amor por el slasher, el cine clase B, y principalmente por una utilización del 3D inteligente (que termina hasta agobiando) es en donde George Miller disipa prejuicios con un discurso apocalíptico desesperanzador, pero que a la vez genera un espectáculo único e irrepetible para ser disfrutado en la pantalla grande. Increíble. Impactante. Grandiosa.