“Madagascar 3”, con ronco acento francés
Que una capitana de la policía de Monte Carlo, que una mujer despiadada sin más sensiblidad que la de trasmutarse en Edith Piaf y cantar, roncamente, «Je ne regrette rien» para hacer que revivan sus maltrechos subordinados, parece de antemano imposible en un film de animación de Hollywood, pero eso es lo que ocurre en este tercer «Madagascar», una belleza de imaginación y diseño.
La tridimensionalidad de esta secuela, absolutamente recomendable por sobre la versión plana, alcanza ya un grado de hi tech notable tanto en la textura de algunas imágenes, como la melena del león Alex (sería interesante un ejercicio de comparación de esa melena, desde la primera parte de 2005 y la secuela de 2008 hasta la actual, para observar los avances técnicos) como en las escenas de persecuciones y acción o en las secuencias del circo.
Sin embargo, no es por lo técnico que «Madagascar 3» se impone como la más lograda de sus partes sino por su regocijante trama que no descuida a ninguno de los públicos a los que va dirigida. Así, los más chicos seguirán la historia como tal, el reencuentro de los animales-estrella, su nostalgia y deseos por regresar a Nueva York y la fuga, desde Monte Carlo, a bordo de un tren de carga que transporta un circo de mala muerte, que permite incorporar nuevos y logrados personajes: el tigre ruso Vitaly, la seductora jaguar Gia, el león marino Stefano, etc.
Pero los más grandes no dejarán de advertir la permanente red de parodias y juegos que este film establece con la memoria del cine: desde las referencias más antiguas, como la de «Para atrapar al ladrón» de Hitchcock, hasta las más recientes como la ya clásica escena del robo de «Misión imposible», resuelta acá en un casino de la Costa Azul de una manera grotesca y desopilante. Hay algo más: las sutiles citas a la tradición del film circense, con personajes melancólicos, perdedores y anclados en algún dolor del pasado, que aquí -cuento de hadas al fin- siempre es posible superar y redimir.
Y, a propósito de Hitchcock y su convicción de que una buena película siempre está sujeta a la calidad de su villano, la aparición de la cruel jefa de policía Chantel DuBois (voz de Frances McDormand en el original) es decisiva, sobre todo por esa vibrante encarnación de la Piaf, combustible de sus maldades y su sed por obtener la cabeza del león.