Una animación que entretiene con creces a pesar de sus inconsistencias narrativas.
Si hay algo que podemos apreciar de todo esto, es que Madagascar se convirtió en una saga sin darse cuenta. La historia de estos animales en cautiverio que se encuentran con una inusual libertad por obra y gracia de los deseos de uno de sus protagonistas, era algo que imaginábamos tendría resolución para la primera película. Pero aunque los guiones nunca fueron ingeniosos, si lo fueron en encontrar maneras de demorar el regreso de los personajes a la Gran Manzana. Aunque, la verdad sea dicha, ese chicle no se podía estirar más y en esta película se nota. No obstante aquí la comedia se hizo más presente que en las tres entregas anteriores.
¿CÓMO ESTÁ EN EL PAPEL?
El guión es todo trama, nada de tema y exige una suspensión del descreimiento enorme por parte del espectador. Las situaciones cómicas están tan logradas que el espectador va a estar muy ocupado riéndose para notar cualquier bache de verosímil, los cuales son grandes incluso para un género que siempre fue poco exigente en este apartado.
Los pingüinos prácticamente se roban la película, muchas veces a expensa de los protagonistas que no están tan desarrollados ni otorgan tanta profundidad. Si buscan la misma, la encontraran en los integrantes del circo que acoge al cuarteto de cuadrúpedos.
Cabe destacar que su peculiar villana, a pesar que en muchas ocasiones llega a ser una parodia del T1000 de Terminator 2, le otorga algo que a esta saga le faltaba desde hace mucho: Una antagonista fuerte y desarrollada. Sabemos de donde viene, sabemos su determinacion y sabemos que no va a parar ante nada para conseguir su objetivo; como corresponde a un buen villano.
¿CÓMO ESTÁ EN LA PANTALLA?
Técnicamente la película está muy lograda. Buen balance de colores cálidos y de sombras; más lo primero que lo segundo, teniendo en cuenta la temática circense que predomina la trama. El 3D está bastante logrado, no para recomendar su visionado en este formato, pero sí para decir que está bastante por encima de la media. Hay un espectáculo circense en el tercer acto que haría que el Cirque du Soleil vomite de envidia, y a quienes, de paso cañazo, burlan en algún momento del metraje.
CONCLUSIÓN
85 minutos que pasan volando a pura carcajada. Los chicos la van a disfrutar. Los grandes no se van a aburrir. Dreamworks Animation no es Pixar; no tiene su profundidad. Ellos siempre apuntaron más a la risa que a la solidez y, a pesar de eso, uno no puede dejar de reconocer que en esta época de tráileres rimbombantes que ––más seguido que no–– resultan ser promesas vacías, da gusto ver que una película cumpla con lo que se propone por mínimo e indispensable que sea su objetivo.