Los salvajes
Debo reconocer que no soy un gran fanático de la saga Madagascar. Esos animales neuróticos de la ciudad que terminan en aquella isla del título no habían logrado divertirme en demasía en ninguna de sus dos anteriores incursiones cinematográficas. Entiendo que la saga es un vehículo para los niños (y había funcionado con creces) pero como excusa es poco, suficientes películas de animación supieron satisfacer al público infantil sin dejar de conformar algo que valiera la pena ver. Sin siquiera nombrar al sagrado Pixar ahí están Lluvia de Hamburguesas y Cómo entrenar a tu Dragón como claros ejemplos de eso.
Por eso Madagascar 3: Los Fugitivos fue toda una sorpresa. Es que la película gana en libertad logrando desenvolverse con diversión y un descaro alejado de sus, por momentos, irritantes films pasados. Ya no resulta solo en una fórmula de animales gritando para imponer la idea de "fiesta", ni una historia burda y edulcorada como "lección de vida". A no confundirse, están, pero dosificados como complementos para la aventura.
La historia comienza cuando el león Alex, todavía anhelando su regreso a Nueva York, decide junto a sus amigos ir buscar a los pingüinos que partieron a Montecarlo. ¿Cómo hacen para llegar? Simplemente salen del agua en las costas de Montecarlo. Así de sencillo. El film nos regala la certeza de saber que cualquier cosa puede pasar y que todo va a estar bien. Eso es una fiesta.
Entonces ante esta irrupción en el orden y lujo de Montecarlo aparece la fuerza de control para enderezar las cosas: la comandante de control animal, una fuerza tan cruenta como implacable. Ella es quién los perseguirá sin piedad como una versión francesa de terminator. Este aditamento de persecución suma vértigo al film y le otorga un riesgo creíble, permitiendo sumar empatía por la turba de animales en fuga. Para esa escapatoria (e intentar pasar desapercibidos) deciden comprar un circo que va recorriendo Europa. La irrupción de nuevos personajes (integrantes del circo) permite que esa concentración en los esquemas ya conocidos y mohines gastados de sus personajes (con un bagaje de las dos primeras partes) se diluya, rompiendo el egocentrismo de sus personajes principales.
Otro punto a destacar es el de la animación. La aventura al ser más desenvuelta da lugar a una velocidad visual más alocada que de costumbre, favorece también al disfrute visual el cambio constante de locación por el viaje en tren del circo que, sumado al 3D, conforman un festival en donde uno no puede dejar de sonreír.
Grata sorpresa la de Madagascar 3: Los Fugitivos, una saga que mejoró a pura insistencia.