El discreto encanto de la burguesía.
Las cenas suelen ser bastante agradables en la vida real. Pero en las películas tienden a no ir muy bien, como lo demuestran las desastrosas reuniones presentadas en las recientes aunque aún inèdites entre nosotros Beatriz at Dinner (Miguel Arteta, 2017) y The Party (Sally Potter, 2017). Por desgracia el nivel de dramatismo acaecido en la velada de lujo representado en la nueva comedia dirigida por Amanda Sthers no es muy estimable, lo que es una lástima ya que la trabajosa Madamme no sube al nivel de sofisticada sátira social a la que aspira.
Amanda Sthers, es una novelista, dramaturga, guionista y cineasta francesa que ha alcanzado el reconocimiento internacional gracias a la publicación de diez novelas traducidas en más de catorce países. Entre otros reconocimientos, Sthers recibió el título de "Chevalier des Arts et des Lettres" por parte del gobierno francés.
Su primera obra, "Le Vieux Juif blonde", se estudia hoy en la Universidad de Harvard, mientras que su debut en el terreno del largometraje tuvo lugar en 2001 con la película "Je vais te manquer" en la que tuvo como actores a Carole Bouquet, Michael Lonsdale y Mélanie Thierry y en donde también ejerció labores de guionista.
Las estrellas de su último trabajo que ahora llega a las carteleras argentinas son Toni Collette y Harvey Keitel, grandes intérpretes de experiencia contrastada que aquí sin embargo palidecen ante dos auténticos robaescenas como son Michael Smiley y particularmente Rossy de Palma. Esta última, fija en muchas de las películas de Pedro Almodóvar.
Situada en París (lo que ofrece la oportunidad de mostrar muchos lugares pintorescos), la historia nos presenta a la rica pareja de casados Bob (Keitel) y Ana (Collette), quienes recientemente se mudaron a una hermosa y nueva casa solariega. Desafortunadamente, la pareja no es tan rica como parece y quieren aparentar ante los demás, ya que Bob ha pasado por tiempos difíciles. El plan de Anne de organizar una cena lujosa para sus amigos de lujo se ve alterada por la llegada inesperada del hijo de Bob, Steven (Tom Hughes), un novelista que sufre el temido bloqueo del escritor. Horrorizada ante la idea de que todo irá mal durante la velada debido a la superstición de sentar a 13 personas a cenar, Anne le ordena a su criada Maria (De Palma) que se ponga un vestido prestado y finja ser una noble española.
El subterfugio funciona mejor de lo esperado, con María, superando su timidez inicial, convirtiéndose en el alma de la fiesta. Ella impresiona al hombre sentado a su lado, David (Smiley), un comerciante de arte británico que encuentra su calidez natural y su efervescencia embriagadora. Toni observa su coqueteo con creciente horror y se vuelve aún más trastornado cuando David y María se involucran sentimentalmente. Sin embargo, sí la inspira para tratar de condimentar su propio matrimonio sexualmente hambriento vistiéndose con un atuendo sexy de sirvienta e intentando seducir a su marido.
Al principio, la premisa de volvernos a explicar el cuento de Cenicienta desde una óptica picarona resulta atractiva, pero la directora y coguionista Sthers no puede desarrollarla de manera suficientemente divertida o provocativa. El esnobismo social de Anne hace que sus intentos de sabotear la felicidad de María sean más desagradables que divertidos, con el resultado de que no podemos llegar a sentir ninguna simpatía por su propia infelicidad. El personaje de Keitel no acaba de registrar entidad propia, resultando un cúmulo de actitudes clichés vistes en mil y una películas, e incluso los nuevos amantes enamorados no logran mantener nuestro interés durante el desarrollo de su reciente relación. Nada de esto importaría tanto si la escritura fuera más nítida, pero las líneas como "la aspiradora es la nueva Pilates" no son precisamente Oscar Wilde.
Al igual que la forma en que su personaje anima la cena, De Palma infunde un ánimo y una alegria de la que carecen el resto de las caracterizaciones. La escultural actriz española tiene una presencia en pantalla tan impresionante que no es de extrañar que Almodóvar la haya convertido en una de sus musas. Su estilo cómico y su sensualidad inusual se muestran de tal manera aquí que el atractivo de María para el británico de baja estatura parece perfectamente natural. Smiley es igual de atrapante, transmitiendo de forma infecciosa el nuevo placer de su personaje. Si solo la película hubiera girado alrededor de ellos, seguro que la cosa hubiera ido mucho mejor.