Ah, qué sería de la cartelera local sin una de terror o, en el caso que nos compete, una comedia dramática europea. Y tal como le sucedió a Pedro Almodóvar allá lejos en el tiempo, la directora, guionista y dramaturga Amanda Sthers cayó rendida a los pies de la española Rossy de Palma, de manera tan fuerte que le escribió una película como vehículo de lucimiento perfecto para los encantos tragicómicos de la consagrada actriz. Esa labor de amor se traduce en Madame, una dramedia bastante agridulce que se ilumina cuando ella está en pantalla, pero que se apaga cuando su personaje no está presente.