Anne y Bob son un matrimonio de americanos que se instalaron en París. Como celebración, decidieron llevar a cabo una cena con miembros de la alta sociedad americana, parisina y londinense. Pero con la aparición del hijo de Bob, y el hecho de tener trece invitados (un número no muy querido por la anfitriona), Anne quiere añadir un cubierto más. Es así como la víctima será María, una de sus empleadas domésticas, quien deberá componer a una española rica. En vez de pasar desapercibida como le ordenaron, un marchante de arte inglés se encariña con ella y Anne buscará todas las maneras posibles por interponerse en su camino.
Así comienza “Madame”, una película protagonizada por Rossy de Palma, Toni Collette y Harvey Kittel, cuya primera parte es ingeniosa pero que se va desinflando a medida que pasan los minutos.
Si bien nos encontramos con una trama inspirada en “La Cenicienta”, algo bastante visto en el cine, la directora y guionista se la rebuscó para traernos una historia fresca y cómica, donde una criada debe hacerse pasar por una mujer rica y poderosa para ayudar a su madame. Sin dudas que el fuerte del relato recae en la gracia de Rossy de Palma (ex chica Almodóvar, que participó en films como “Mujeres al borde de un ataque de nervios” o “La flor de mi secreto”), quien compone a una María que, a pesar de las órdenes, tiene aspiraciones y deseos que son más fuertes de lo impuesto. Acompañan de una muy buena manera Collette y Kittel, destacándose sobre todo la actriz que logra ofrecer un personaje malvado, envidioso y seco. Es muy atractiva la química que se da en el enfrentamiento entre las dos mujeres como si de un duelo actoral se tratara.
Sin embargo, a medida que se desarrolla el argumento, se va diluyendo un poco el interés del público, que no encuentra giros muy pronunciados. Sabemos que la mentira de que María no es una mujer rica, sino una impostora, en algún momento debe explotar, pero cuando lo hace no se le da la importancia que merece ni genera ningún tipo de escándalo. Incluso el final no es lo que el público espera, pero no de una manera positivamente sorpresiva, sino que deja un gusto amargo; es una conclusión un poco sosa, brusca y arcaica. Tal vez sea original, ya que las comedias generalmente no terminan de esa forma, pero no se siente armónico con respecto a lo que se venía viendo.
Además del argumento central, existen una serie de subtramas, como las historias de amor paralelas y fueras del matrimonio, la carrera frustrada del hijo de Bob, la aparente crisis económica de la familia), pero no tienen mucho peso por sí mismas. Intentan darle un mayor desarrollo a los personajes, pero no se consigue, sino que todo el eje está puesto en María y su relación con David, como también los intentos de Anne por separar a los recientes tórtolos.
En cuanto a los aspectos técnicos, se destaca la fotografía con colores vívidos y una buena ambientación de París. La banda sonora acompaña de una manera amena y divertida.
En síntesis, “Madame” nos propone una crítica a las clases altas, a la servidumbre y a la superficialidad, a partir de una historia fresca y divertida. Con su punto alto puesto en la composición de sus actrices, el film va decayendo con el correr del relato, generándonos una sensación de que no consiguieron un final apropiado para la trama. Una idea interesante que se queda a mitad de camino.