Una buena sorpresa esta película de género del debutante Hernán Aguilar, también responsable del guión. Aciertos por el lado de la historia, la elección del elenco, en especial su protagonista, y la manera en que esta filmada, aun con pequeños defectos de fluidez. La historia ubica como a una ama de casa de una villa de emergencia, que en un asalto pierde a su marido, baleado por un delincuente aparentemente sobrepasado. Con esa muerte comienza la presión de la policía que ella quiere eludir por temor a represalias, la novedad de una doble vida de su esposo con amante incluida y la peor miseria. Un día cuando canjea una campera por una garrafa de gas, el asaltante la intimida y se va confiado. Ella lo mata (de un garrafazo) y se queda con su campera, su teléfono y una flamante tarea de sicaria que cumple con eficiencia. Mientras tanto mejora su posición económica, coquetea con un policía, y sigue su relación con su hija de corazón y una amiga aristocrática venida a menos. En esa historia entretenida del comienzo al fin, esta la denuncia de la corrupción policial, la falta de alguna perspectiva de mejora entre los de menos recursos, el humor negrísimo y la confianza en esta heroína impensada. Loren Acuña es perfecta para el papel y su personaje que parece sacada de una historia de Tarantino ambientada en Sudamérica, se transforma, se la ve frágil, poderosa y sensual. Un verdadero hallazgo. Se lucen Sofía Gala, Chunchuna Villafañe, Gustavo Garzón y el siempre impresionante Osmar Nuñez. Veala.