La Biblia del Poeta y la Madrecrítica de ¡madre!
En el medio de la nada, una mansión victoriana a medio terminar. Dentro de ella, un famoso poeta incapaz de seguir escribiendo es amorosamente acompañado por su joven esposa, quien a la vez se dedica a reconstruir la antigua vivienda después de que un gran incendio la destruyera antes de conocerlo. Su tranquila vida es interrumpida una noche por un hombre que golpea la puerta buscando un lugar donde quedarse: se hace rápidamente amigo del poeta, para descontento de su esposa. Con el mismo rechazo recibe al resto de la familia del hombre, que durante los días siguientes se le instalan sin mucha contemplación, no solo invadiéndola sino ignorando por completo sus deseos o pedidos.
Todo parece volver a su cauce cuando finalmente logra deshacerse de los intrusos, quedar embarazada y ayudar a que el poeta vuelva a crear. Pero cuando su nuevo libro se publica sólo sirve para atraer a nuevos invasores.
Insatisfacción y creación:
Si la descripción inicial parece algo confusa es en parte porque los personajes no tienen nombres que los identifiquen, aunque si al salir todos hicieran una lista seguramente habría muchas similitudes entre ellos, porque el simbolismo es fuerte y presente en cada gesto. Como en cualquier rompecabezas, después de que las primeras piezas encuentran su lugar van delatando en cadena la posición de las otras.
Hay mucho para hablar de la trama de ¡Madre! pero muy poco que se pueda contar sin develar algo que sería mejor no saber de antemano. Sin embargo, hay algo que merece la pena anticipar: a pesar de lo que parece prometer el trailer no estamos frente a una película de terror, e ir esperando sentarse con un balde de pochoclos a entretenerse con una mansión embrujada o un asesino serial, es una decepción segura. La película empieza un poco por ese lado, aunque pronto demuestra que solo le interesa quedarse con el clima de tensión de ese género: el susto no figura en sus planes por más que explota componentes sobrenaturales para sostenerse.
La trama comienza apacible y va subiendo de ritmo hasta volverse un bombardeo a medida que más gente entra a esa casa, algo que podría interpretarse como otro de los tantos símbolos que nos tira por la cabeza. Religión, ambientalismo, fama, egocentrismo. Son las referencias y metáforas las que empujan hacia adelante la narrativa, pidiéndonos el esfuerzo de mantener la atención sobre lo que está sucediendo al mismo tiempo que seguimos intentando descifrar lo que pasó un instante antes, desenmarañando el surrealismo que se vuelve progresivamente más intenso.
Todo lo que vemos pasa por el filtro de los ojos de la abrumada protagonista. Jennifer Lawrence no sale nunca de cámara, con un desafío actoral que -prejuzgando- estaría fuera de su alcance, pero del que sale bastante airosa, aunque quizás la cara de pánico y confusión constante no fuera actuada.
Con menos tiempo en pantalla son más intensos los trabajos de los personajes que la rodean, como el ambivalente Poeta (Javier Bardem) que dice amarla, y los primeros intrusos (Michelle Pfeiffer y Ed Harris) que se dedican a sacarla de balance con su actitud de ser los únicos que entienden lo que está pasando.
Aronofsky se preocupa de que nos sintamos tan confundidos como la protagonista, incluso moviendo la cámara en círculos tan rápidos que replica en nosotros el malestar que ella siente en determinados momentos. No le alcanza con mostrar una historia que apenas explica y que todos los demás dicen entender, parece querer provocar una reacción física en el público. Y ese es el principal punto sobre ¡Madre!
Es una película compleja pero tampoco indescifrable, y si alguien se perdió en el camino la última escena debería alcanzar para que pueda desandarlo y entender el resto. Hace falta entender aunque sea una parte para poder disfrutarla, pero entenderla no implica disfrutarla. Es claro que el director quiere tomar riesgos que incomoden y apuntar a una respuesta emocional además de una intelectual. Junto al bombardeo de imágenes simbólicas que nos pide descifrar pretende una reacción más visceral, que de ser posible ofenda o disguste, y eso es algo para lo que no hay tantas reglas objetivas.
Seguramente habrá parte del público que se pierda en la trama y no le guste, también habrá una parte que aun entendiendo de lo que se está hablando tampoco va a gustarle, porque no es una cuestión de ser más inteligentes o cultos sino de correr el riesgo.
Conclusión:
Es difícil recomendar ¡Madre! al público masivo. No solo por su trama compleja o su fuerte contenido, sino porque no alcanza con entenderla: la película además pretende generar una conexión emocional que no a todos les interesará lograr.