Memoria e identidad en el film de Almodóvar
La nueva película del director español vincula la historia de búsqueda de identidad de dos madres con la memoria histórica de su país.
Pedro Almodóvar viene transitando una notable madurez como artista en sus últimos films, que denotan un interés particular del realizador de Dolor y gloria (2019) por los grandes temas de coyuntura política. Pedro es inteligente, no desestima su propuesta estética ni temática para hacerlo, la utiliza como un recurso en pos de ello.
Janis (Penélope Cruz) investiga el origen de su familia cuyos restos se encuentran perdidos desde tiempos del franquismo. Un día conoce a Arturo (Israel Elejalde), un arqueólogo en busca de restos con quien mantiene un apasionado romance. El deseo y el trabajo no van por líneas paralelas para Almodóvar, sino que se entrecruzan de manera inevitable.
Producto del vínculo amoroso con Arturo Janis queda embarazada y decide tener a su hija en soledad ante la negativa de su amante. En la clínica conoce a Ana (Milena Smit), una adolescente también embarazada con quien comparte experiencias de parto. Tiempo después el destino vuelve a cruzar a las madres solteras en más de un sentido (identitario, amoroso). La verdad en términos de melodrama, pero también de justicia histórica, será la clave del relato.
Almodóvar levanta la bandera de memoria, verdad y justicia en su propia ley. Un melodrama de mujeres (solas, luchadoras, solitarias) con la pasión y el deseo característicos de su cine. El conflicto se da por una mentira sostenida en el tiempo que esconde la identidad verdadera de las protagonistas.
Con maestría Madres paralelas (2021) da un giro sorpresivo al articular esta historia mínima con la historia con mayúsculas. De la identidad de género y la identidad sexual, pasamos a la identidad en términos constitutivos. La subtrama de las excavaciones de los cuerpos de la Guerra Civil española reaparece sobre el final con una fuerza inusual y golpea al espectador desprevenido. “Ya es hora de que te enteres en qué país vives” dice Janis a Ana, como quien busca despertar a otro de un largo sueño.
Vale presentar atención al uso del color rojo, elemento recurrente del realizador (quién es la mujer que porta el rojo en cada momento de la trama) o la necesidad de reafirmar ideas una y otra vez, como si necesitase dejar en claro el mensaje a un público adolescente que desconoce su pasado, o a un habitual espectador de plataformas (la película es co-producida por Netflix) que mantiene un nivel superficial de atención.
Almodóvar da un paso más como artista, bucea en las zonas oscuras de su país sin renunciar a su estética y temática recurrente. Con la liviandad de la atracción sexual como anzuelo ingresamos en una historia con la apariencia de una comedia de enredos para, una vez relajados, sorprendernos con su mensaje de recuperación de la identidad. Una identidad que subyace a esta y todas las demás historias de su país.