Tras el fallecimiento de su madre, Magalí vuelve a su pueblo natal en el norte argentino del que se ha ido, años atrás. Allí la esperan su hijo de 10 años y un pueblo en el que las viejas tradiciones aún tienen sentido.
Un puma se alimenta de la hacienda y aparece en sus sueños.
Poco a poco Magali logra acercarse a su hijo mientras el puma se vuelve cada vez más real. El animal comió demasiado y el pueblo les exige que realicen el ritual familiar para guiar al animal a su mundo nuevamente.