Juegos para mirar.
Hay algo distinto en la secuela de la sórdida Magic Mike (2012) de Steven Soderbergh, quien delegó la responsabilidad de la continuación en su habitual asistente de dirección Gregory Jacobs para la ejecución de Magic Mike XXL (2015), y esta reside en una mirada propia, independiente y distinta por parte de Jacobs, una visión mucho más amable y grácil del cine, lejos de la gélida y calculada forma narrativa a la que nos tiene acostumbrado Soderbergh.
Esta frialdad de Soderbergh, un condimento absolutamente intrínseco de su cine, no necesariamente conlleva una connotación negativa, en algunas de sus producciones ese témpano se convierte en el corazón narrativo, por ejemplo en Contagio (2011). Pero en Magic Mike XXL Jacobs rompe el hielo cinematográfico que predica su maestro para construir una película desprejuiciada, lúdica, alejada de cualquier tipo de conflictividad y problemática. El director toma la cámara como un juguete y durante dos horas se dedica al más placentero de los juegos: mirar.
El viejo equipo de strippers pierde a una pieza fundamental como Dallas (el gran Matthew McConaughey) y ante la ruptura del dúo de líderes que formaba con Mike (Channing Tatum), el cual fundó una pequeña empresa de decoración hogareña, los participantes residuales del grupo deciden hacer una última presentación en una convención de strippers en Myrtle Beach. Ahí, cuando Mike decide acompañarlos, es donde Jacobs se libera y empieza el juego con una secuencia de baile individual donde Tatum simula todo tipo de penes (una barra de metal contra una amoladora, un taladro contra una mesa, etc.), una verdadera escena de liberación, de decisión y de inicio de aventura.
La película tiene una estructura clásica de reagrupación/ viaje/ representación. Magic Mike XXL es una road movie plana, sincera, sin estridencias. Hay una especie de felicidad en adivinar que los personajes no necesitan crecer ni modificarse, solo tienen que entregarse al viaje, un viaje definitivo, de fin de ciclo, pero que no se vive como tal y en el que solo se disfruta el momento. Jacobs amaga con complejizar la narración con la aparición de Zoe (Amber Heard) y una supuesta subtrama amorosa con Tatum. Esto nunca sucede, no se cristaliza. De haberlo hecho el director estaría quebrando la convención narrativa, la lógica interna y la película naufragaría. No pasa porque no es necesario, no se puede derrocar esta pulsión de testosterona y mujeres hermosas gritando todo el tiempo con las dificultades que plantea el amor en el cine. En Kiss Kiss Bang Bang la maravillosa Pauline Kael decía que en el cine la mayoría de las cosas se reducían a dos elementos: tiros y sexo. En Magic Mike XXL no es así, el sexo es el MacGuffin y la película se trata de una sola cosa, de que los muchachos disfruten el viaje.