No hay nada de extra extra largo en Magic Mike XXL. Lo que se venía prometiendo como una secuela desvergonzada y pasada de revoluciones no es nada más ni nada menos que un road trip de estos esculturales muchachos que deciden dar una última vuelta de gloria antes de retirarse del negocio del entretenimiento femenino. No strippers, porque strippers es una palabra que desprestigia el trabajo de estos señores.
Al retirarse Steven Soderbergh de la silla de director, le cedió el lugar a su colaborador cercano, Gregory Jacobs, que se encarga de manejar este barco en plena zozobra, con una historia de parte de Reid Carolin que se limita a sumar un momento tras otro, sin peso suficiente como para interesar. Se siente muchísimo la ausencia de Matthew McConaughey y su total y amenazante carisma, y en su reemplazo hay un intento honesto de expandir la historia de los secundarios para que tengan más peso y humanidad, y que ayuden a que Channing Tatum no se tenga que cargar él solo la película en los hombros. Por momentos este cambio funciona, pero por otros hace aguas completamente.
La gran cualidad de Soderbergh era haber contado la historia de un hombre siempre considerado un pedazo de carne pero que quería salirse de esa casilla y ansiaba convertirse en algo más, todo esto mezclado con momentos coreográficos donde la carne estaba literalmente toda puesta en la parrilla. No se olviden de una de las últimas imágenes del Dallas de McConaughey, casi desnudo en el escenario, y Soderbergh eligió poner en primer plano el generoso trasero del consagrado actor. Ése y otros momentos carentes de vergüenza fueron lo que hicieron a Magic Mike tan grande y sorpresiva. En Magic Mike XXL es como si a Jacobs y compañía les diese pudor mostrar más piel, y los muchachos permanecen mayormente tapados de la cintura para abajo, eligiendo seducir mediante otros artes, obviando que sobre ellos pende el título XXL.
Quizás la película no vaya por eso lado y la historia quiera generar un oximoron con su título, pero yendo al caso, el nuevo romance de Mike con la aburrida Amber Heard -afuera queda ese cálido flirteo con Cody Horn- no tiene sentido alguno ni llega a un punto conclusivo. Explorar un poco lo que hará cada miembro del grupo cuando terminen su gira tampoco es tan revolucionario, y apenas si Jada Pinkett Smith puede zafar cada escena en la que está presente con su característico método de comerse el escenario con la tersura y sensualidad de su voz y su actitud.
Magic Mike XXL es una de esas continuaciones que se hacen en modo piloto. Se nota lo divertido que debe haber sido el viaje para ellos y lo bien que la pasaron, pero un par de escenas divertidas no levantan una trama que no va a ningún lado, y que tampoco parece querer hacerlo.