Más chotas perfectas
Hay una escena de Magic Mike XXL en la que Big Dick Richie (Joe Manganiello) debe probarse a sí mismo que puede innovar, dejar de hacer su vieja rutina y animarse a lo nuevo. Así que apurado por sus amigotes strippers, entra a un mercadito rutero e improvisa una rutina delirante al ritmo de I want it that way de Backstreet Boys: el objetivo está cumplido, la seria empleada que atiende el mercadito termina esbozando una sonrisa. Y nosotros también, porque ese pequeño gran momento pone en juego una serie de decisiones interesantes por parte de los personajes, la puesta en escena es ajustadísima y Manganiello juega el rol con notable gracia. Y, además, la película encuentra al menos un posible tema para justificar esta innecesaria secuela: los strippers como dadores de un placer un universal, personajes límites que exhiben de manera explícita y brutal aquello que alimenta las fantasías más prosaicas.
Cuando Steven Soderbergh anunció que se retiraba del cine, empezó a filmar como perseguido por un demonio. Y una de esas películas fue Magic Mike, un drama con ribetes sociales que buscaba quitar el velo sórdido detrás del laburo de los desnudistas aunque no podía escapar de una mirada estereotipada y prejuiciosa. El film fue un éxito y su secuela se hacía inevitable, ahora dirigida por el amigo de Soderbergh, Gregory Jacobs. Secuela, hay que decir, que parte de una rareza y que viene como a negar la primera parte: si el personaje de Channing Tatum en aquella trataba de salirse de ese mundo y en el final parecía que lo lograba, ahora se descubre que lo que emprendió por fuera no funcionó (ni el laburo ni el matrimonio) y que volver a girar con los danzarines en sunga es la solución a los problemas.
Lo curioso, teniendo en cuenta la oscuridad que sobrevolaba la primera, es que aquí todo es más desenfadado y alegre, como atravesado por esa estética de adolescentes prefabricados a lo MTV: Magic Mike XXL tiene esa textura hip-hopera y chillona de la saga Step Up, y se la nota influenciada por el éxito de las Pitch perfect: quiere a toda fuerza construir un grupo y hacernos sufrir por el destino de los muchachos. La película entonces es una road movie -el género ideal para hacer eso-, con los muchachos yendo de aquí para allá en dirección a una convención de strippers. Al final de cuentas, Magic Mike XXL tiene la lógica de esas películas de acción que en su primera parte presentan personajes interesantes, y en sus secuelas se dedican sólo a revolear cosas porque no hay nada que contar. Acá, es lo mismo.
Si bien se celebra ese desenfado y también la sexualidad sin pruritos de la que parece gozar (especialmente cuando está protagonizada por un público femenino al que Hollywood parece negarle cualquier tipo de placer), lo que no puede evitar Magic Mike XXL es evidenciar su vacío absoluto. Los diálogos, más que definir algo, demoran la acción; los personajes que se cruzan en el camino son poco interesantes; hay otros, como el que interpreta Jada Pinket Smitth, que es realmente insoportable; y motivo del viaje (que se demora demasiado) se descubre al final como algo realmente intrascendente. Magic Mike XLL no es más que cuerpos lustrosos y chotas bamboleantes, y si bien no hay nada malo en eso también es cierto que es muy poco para el cine.