La intimidad del mundo stripper
Magic Mike es una película sobre strippers masculinos. Dallas es el dueño del lugar. Mike es la estrella. Adam es "el nuevo". Y Magic Mike es más que una película sobre strippers masculinos. Es, también, una película con Matthew McConaughey, que ahora empieza a ser reivindicado como el gran actor que fue y es. También es una película con Channing Tatum, todavía mejor bailarín que actor (aunque, en plano sin cortes, se tira al agua con realismo, osadía y gran habilidad). Y también es una película sobre el compañerismo (a veces averiado) de un grupo de hombres en un trabajo envidiado por algunos y despreciado por otros. Hay algo de "espíritu de cuerpo" (en un doble sentido) en ese grupo de "los reyes de Tampa". Tampa está en Florida, pero no es Miami. Hay algo también de "querer ascender" a las grandes ligas, o sea, a Miami.
Magic Mike se centra, evidentemente, en Mike (Tatum) y nos deja con las ganas de que el centro sea Dallas (McConaughey). Pero Mike comienza bien, veloz, agudo, con ambiciones, con la claridad nada inocente de su sueño americano. El problema con el eje principal puesto en Mike es que éste debe cumplir, a medida que avanza la película, no tanto con su sueño como con ciertos convencionalismos sobre el amor que la película recibe como un cuerpo extraño, y que no sólo no los expulsa, sino que los deja adueñarse del relato. La unión Mike-Dallas ofrecía brillos, ligerezas, ritmo. Mike sin Dallas va en busca de remedar Mujer bonita como "Chico bonito", pero no pasa de mera redención a las apuradas. Hay una fricción irresuelta y más bien chirriante entre la película descriptiva, ligera, seductora, sobre un mundo pocas veces tratado en el cine mainstream , y la película más narrativa que se apoya en recursos a los que se les notan las costuras (la línea "de la droga" es particularmente endeble, además de obvia). El registro de la brillantina y la grasa estética apoyadas en cuerpos sin grasa es más atractivo que el cuentito de amor.
Magic Mike es, además, una película de Steven Soderbergh, un director singular, que puede ostentar una carrera con momentos prestigiosos, exitosos y de los otros, con premios desde el principio (Palma de Oro en Cannes a los 26 años con su ópera prima Sexo, mentiras y video , 1989), un díptico sobre el Che Guevara, un supuesto retiro del cine (o momento sabático) y un siglo XXI especialmente prolífico. Con su fotografía, con su montaje, este Soderbergh febril hace películas a alta velocidad (ya hizo y estrenó otra luego de Magic Mike ). Este nuevo Soderbergh pasa de un género a otro y de un tema a otro con rapidez, y exhibe una evidente facilidad para hacer películas con una notable eficiencia (la primera mitad de Magic Mike fluye, atrae, convence). Por esa facilidad a veces Soderbergh "sobra la jugada" y cae en la displicencia, tal vez debido al exceso de confianza. Y aparecen cabos sueltos, tornillos desajustados, como en la segunda parte de Magic Mike (también los había en Haywire , aunque no tanto en Contagio ). De todos modos, no deja de ser atractiva una película de Soderbergh lograda a medias (al menos de este Soderbergh, menos preocupado por hacer "grandes films"), incluso con esa actitud un tanto antipática de "la hice bien y la podría haber hecho mucho mejor".