Todo al descubierto.
En los tiempos duros, la gente tiene que rebuscársela. Por el día, Michael (Channing Tatum) no se diferencia mucho de la clase trabajadora que fue golpeada por la crisis; haciendo varios trabajos a la vez, planeando a futuro sin idea de como cumplir sus metas. Pero cuando el sol cae y las luces del escenario se prenden, el treintañero se transforma para satisfacer a las mujeres de Florida, como el stripper Magic Mike.
Este ritmo de vida es desconcertante para muchos, incluyendo a Adam (Alex Pettyfer), un chico de 19 años que anda perdido por la vida. Eso cambia cuando Mike decide apadrinarlo y meterlo en el mundo del desnudismo, con la ayuda de su jefe y colega Dallas (Matthew McConaughey). Pero con el paso de los meses, las cosas cambian, y mientras Adam se vuelve adicto a su nueva profesión, Mike se empieza a cuestionar el rumbo de su vida.
El nuevo (y quizás penúltimo) film del multifacético Steven Soderbergh vuelve al ámbito de la gente que lucra con su cuerpo, un lugar en parte ya explorado por su previa obra Confesiones de una Prostituta de Lujo, aquel drama experimental protagonizado por la pornstar Sasha Grey, y curiosamente también situado durante la el caos económico de 2008. Sin embargo, mientras que Confesiones... era un trabajo frío y distante, Magic Mike lo tiene en un ritmo más cándido, energético y veloz. Poniendo el foco en el lado de la rutina de los muchachos (una interesante vuelta, al considerar la cantidad de películas en las que las mujeres son quienes se quitan la ropa), la película hace un muy buen trabajo al mostrar la camaradería y las vivencias de esta gente en un negocio que a veces es estimulante, mientras que en otros momentos es ridículo. Mezclando risas con carne para ambos sexos, la falta de pudor del film le da el toque fresco que evita el territorio de fracasos como Striptease o Showgirls, films cuya infamia definió al stripper en el cine.
Y esto en parte se debe a la ayuda de Tatum, quien sin dudas sabe de la profesión: después de todo, la producción está basada en su experiencia real como nudista a los 18 años en Florida. Ahora, él interpreta a un personaje que tiene bastantes similaridades al Tony Manero de Fiebre de Sábado por la Noche: rey en la oscuridad, mendigo en la luz. Él usa esta oportunidad para explotar de nuevo el carisma honesto que le ayudó el año pasado en Comando Especial, y a la vez enseña su viejo talento con una naturalidad sorpresiva. Pero, aunque él y sus jóvenes compañeros de show divierten bastante, la verdadera estrella del espectáculo es el personaje del imperdible McConaughey, quien sigue recuperándose de los años de malas comedias románticas y hace su rol más memorable desde Rebeldes y Confundidos, metiéndose en la piel de un Atlas megalómano y empresario.
Sin embargo, la película se retrae en el tercer acto, cayendo en un vacío de moralidad que es tan apurado como predecible, y que encima contradice sin continuidad el estilo previo del film. Pero, aún considerando esta decepción de previsibilidad en el resultado final, Magic Mike funciona por la personalidad de sus actores y la entrega de Soderbergh. Una salida para olvidarse de todo.
@JoniSantucho