Es difícil saber a qué juega Steven Soderbergh. Sus películas “intensas” (Traffic, Che) resultan declamadas y superficiales; las ligeras (especialmente aquellas en las que no quiere contar nada, como la serie La gran estafa o Un romance peligroso) son queribles y disfrutables. Pero tiene un par en una categoría intermedia: Erin Brockovich y esta Magic Mike, historia de un stripper masculino que quiere ser otra cosa y que, de algún modo, parece una versión masculina de la película de Julia Roberts. El protagonista, Channing Tatum, le otorga cierta simpatía a su personaje, pero si la historia exige ligereza para que la humanidad de sus criaturas aparezca de modo terso, Soderbergh decide inyectarle algo de “drama”, y empezamos a sospechar que, en el fondo, este señor es en realidad un viejo moralista. Las imágenes son, en su mayoría, triviales y el ritmo recuerda mucho más a un telefilm que a lo que tiene derecho de habitar la pantalla grande.