Nuevos héroes de la clase trabajadora
La película de Steven Soderbergh cuenta la historia de un stripper que ahorra para poder armar su pequeño negocio. Una propuesta poco ambiciosa cuyo mayor acierto está en el contexto que envuelve a la profesión de Mike.
Magic Mike es una película que no está sola en la historia del cine. Es un clásico relato que narra las vicisitudes de un muchacho con aspiraciones que lucha por sobrevivir en un trabajo pasajero, siempre a la espera de cumplir su gran sueño. Este héroe proletario ha aparecido en infinidad de films, con diferentes marcos y estilos, pero siempre con la idea del cuento moral donde el protagonista aprende algo y revisa sus propias ideas. Mike es un stripper que ahorra dinero para poder armar su pequeño negocio. Su ego y su narcisismo no sólo están alimentados por su profesión, sino también por su juventud. Pero no hay misterio en la película, desde el comienzo el espectador con experiencia sabe que debe esperar que algo pase, que el sueño se enfrente con la realidad y la omnipotencia caiga frente a los hechos. Populista, como suelen ser estas historias, la novedad mayor es la profesión del protagonista y el contexto que esto le ofrece al relato. El director de la película es Steven Soderbergh, lo que no hace ni peor ni mejor a Magic Mike, como mucho nos da la pista de que es consciente del género que está trabajando y tal vez por eso la película cumple tan claramente con todas las reglas. Desde hace años Soderbergh ha alternado proyectos artesanales como este, con películas de mayor ambición. Es difícil saber cuáles son mejores, porque en ambos casos siempre les falta algo. Magic Mike pudo haber intentado ser el Fiebre de sábado por la noche, Cocktail, Flashdance de esta generación, pero no lo consigue. Y ese es el problema de las películas pequeñas hechas de forma autoconsciente, pierden ambición en el camino, no llegan a tener la sinceridad necesaria para volverse marcas en la historia del cine. Aun así, el género es efectivo, divertido y la película fluye sin problemas. Los protagonistas son carismáticos y Soderbergh consigue hallazgos visuales que enriquecen la experiencia sin tampoco volverla pretenciosa o preciosista. Un film de objetivos pequeños que el director lleva a buen puerto. Si no supiéramos que la dirigió el responsable de Sexo, mentiras y video y Traffic, no cambiaría mucho la evaluación, porque hasta en eso Magic Mike intenta sumarse al género al no buscar marcas personales reconocibles. Ese injusto término de "película menor" a veces le sienta bien a algunos títulos, este es uno de ellos.