La fiaca
Making off sangriento es tan perezosa que sus realizadores ni siquiera repararon en el hecho de que “making of” se escribe así, con una sola “f”, algo que se descubre en dos segundos mediante un simple googleo. Esta corrección podría resultar detallista y rompehuevos, pero a) ¡es el fuckin’ título de la película!, y b) es una señal de pereza entre tantas que atraviesan esta película, de un descuido formal y temático que asusta.
Lo que más resalta de este intento de slasher movie dentro del cine es la idea que tiene sobre cierto tipo de películas y realizadores: la película se embandera en una suerte de cruzada contra lo que, en algún momento, se ha dado en llamar “Nuevo Cine Argentino”, pero lo hace desde una elementalidad y una falta de inteligencia y conocimiento sobre el tema que hacen que todo lo que tiene de paródico se cancele. El director de la “película dentro de la película” es un pretencioso de aquellos; un pedante fanático del plano secuencia quien (¡spoiler!), antes de morir, dice “soy una obra de arte”. Y se llama Lisandro Acuña. Lisandro. Acuña. Ya el hecho de establecer una conexión entre el cine de Lisandro Alonso y el de Ezequiel Acuña demuestra que los realizadores jamás vieron películas de ninguno de los dos directores. Es meter todo en la misma bolsa; es decir que todo ese tipo de cine es exactamente lo mismo y está todo mal con él. Un monólogo a cámara durante los créditos finales se encarga de cerrar esta idea propia de un Jorge Carnevale ejecutada con la misma profundidad.
Lo criticable no es que la película se mofe de toda una vertiente del cine argentino y de los estudiantes de cine en general, sino que lo haga de esta manera; sin ningún tipo de investigación previa del objeto a parodiar. Y lo peor (y esto es algo que habla muchísimo de la pereza antes mencionada) es que todo esto es muy fácil de parodiar. Cerca del final (sigue el spoiler) vemos una marcha de fanáticos del cine de Lisandro Acuña pidiendo justicia por su muerte con unas pancartas bastante graciosas (“Tu luz cyan seguirá encendida en cada película”). Pero los admiradores de este director supuestamente arty no están vestidos con atuendos hipsteroides sino con vestimentas más o menos cualunques, y entonan cánticos de cancha, algo muy alejado de personajes de este tipo.
La película también es perezosa desde lo formal: Making off sangriento es una película de terror sin climas; una slasher movie en la que los asesinatos están filmados a desgano y sin ningún tipo de creatividad, algo más bien central dentro del cine slasher. Es chata tanto en lo visual como en lo argumental, y todo esto, sumado a unos personajes esquemáticos con quienes resulta imposible lograr algún tipo de empatía (y que encima están actuados con una afectación que recuerda a la sobrevaloradísima Mujer lobo, de Tamae Garateguy), hace que sus escasos 80 minutos de duración parezcan muchísimo más.