Mala Vida: Violencia Pulp.
Llega el nuevo opus de Mad Crampi y es todo lo que esperamos y más.
Miguel Moliterno, más conocido por su nombre artístico, Mad Crampi es de esos directores arriesgados, que no le temen a nada. Quizás como los personajes de sus filmes: seres que destilan violencia, inocencia, que son llevados por la avaricia o los más bajos instintos. Ya desde su primer largometraje “RUN RUN, BUNNY! (2003)” sentó las bases de lo que sería su cine, mayormente influenciado por el descontrol y la atmósfera de Russ Meyer y Quentin Tarantino. En el año 2009 gana con “TODOS MIS MUERTOS (2009)” el concurso de largometraje digital del INCAA, un Spaghetti Western mezclado con muertos vivientes, una verdadera obra maestra del género que tanto nos gusta.
Ahora llega Mala Vida, un filme que explota literalmente con personajes totalmente sacados, aprovechadores y criminales de poca monta en situaciones delirantes al 100 %: En un Buenos Aires salvaje, posmoderno, de colores intensos y pasiones urgentes, Heidi, la estrella pop del momento, desaparece sin dejar rastros. Tres oscuros mal vivientes planean aprovecharse de esa situación y urden un insólito plan para cobrar un millonario rescate y resolver este tema que tiene en vilo a todo el país. Pero nada resulta como ellos habían esperado y tras confusos incidentes y grandes casualidades, todos los protagonistas confluyen armados en un bar dispuestos a matar o morir.
En Mala Vida, Mad Crampi ahora acompañado en la dirección por Fernando Díaz (Aterrados, 2018) nos lleva de excursión en un colectivo lleno de psicodelia donde hay un claro homenaje y crítica a la música pop basura de niñas ricas y cosentidas, de criminales que no saben más que hacer para conseguir dinero, de jóvenes que están “en babia” y se encuentran con un destino mejor al que aspiraban, con una violencia estilizada al más puro estilo tarantinesco, todo esto llevado al máximo exponente con el rock-surf de la banda argentina The Tormentos.
Lo que hacen Díaz y Crampi en Mala Vida es un Pulp Fiction nacional y popular, con personajes grotescos pero que podemos cruzarnos todos los días y hasta podrían ser nuestros vecinos. La historia es simple, pero efectiva y no para un segundo. En todo momento hay una escena que te hace reír, saltar de la emoción y hasta aplaudir. El clímax final es de lo mejor que se vio en el cine de género nacional en años.
Mala Vida es una propuesta de culto, solo para aquellos paladares exquisitos que nos gusta la adrenalina, la cafeína y las buenas pistolas humeantes (sí, también hay guiños al cine de Guy Ritchie).