Secuestro express sin galletitas
Una galería de personajes variopintos, humor televisivo, algunos elementos de género y reparto irregular terminan malogrando esta comedia bizarra que gira en torno al cruce de maleantes y de malos entendidos para culminar en una balacera poco creíble.
Lola se parece mucho a una cantante pop, Heidi, quien tras una noche de excesos -que incluyen todo tipo de drogas y reviente- parece haber fallecido en el acto. El país la busca por su extraña desaparición, sin conocer la verdadera historia del ícono pop adolescente. También un par de ladrones de poca monta pretenden valerse del parecido de Lola y pedir rescate para liberarla de un supuesto secuestro.
La trama apela al humor y a las caracterizaciones de los personajes, bastante planos en términos narrativos con excepción del simpático gángster interpretado por Maxi Ghione, con su característico timbre de voz agudo y esa impostura anacrónica desde el vestuario y el lenguaje.
Sin embargo, la propuesta se queda a medio camino entre la televisión o las series web de bajo presupuesto que sobrevuelan el firmamento de youtube. Lo bizarro en este caso puede estar vinculado con el tono y el desparpajo, aunque la puesta de escena resulta prolija y la búsqueda de ángulos o movimientos de cámara algo esmerados (se trata de un film a cuatro manos) dicten lo contrario.
Mala vida en su conjunto no alcanza a convencer, pero ciertas escenas bien jugadas por los actores despiertan un entusiasmo que rápidamente se diluye a medida que avanza hacia un callejón sin salida: repetir ideas ya utilizadas no es conveniente en estos tiempos y los resultados están a la vista.