El realizador de “La paz” combina documental y ficción para contar la historia de un bailarín que, pese a sus dolencias físicas, se prepara para competir en el principal certamen nacional de esta danza. Uno que, de ganarlo, lo obligaría a retirarse de las competencias. Desde el jueves 3 en la Sala Lugones y desde el sábado en el Malba.
La nueva película de Santiago Loza hace eje en un bailarín de malambo, un profesional que se prepara para competir en el principal certamen nacional de esa especialidad de la danza, en Laborde. Lo curioso e intrigante de ese evento –y lo que le da a la película un aura misteriosa y grave– es que triunfar allí obliga al ganador a retirarse de las competencias. Es como si un futbolista, por ganar el Mundial de Fútbol, se viera obligado a no poder jugar más profesionalmente. Curioso, por lo menos.
En MALAMBO, EL HOMBRE BUENO, Loza aborda este tema mediante una estructura que combina documental y ficción para mostrar el trabajo y los preparativos del tal Gaspar, para quien la tarea además no es nada sencilla ya que se está recuperando de una durísima lesión que lo obliga a distintas fisioterapias por las que no debería estar compitiendo. Pero la pasión es más importante y el hombre bueno del título sigue adelante, con su cuidadosa mística de trabajo.
El filme no se estructura necesariamente con la lógica de la película deportiva ya que Loza prefiere desviarse por caminos paralelos que permiten conocer más y mejor al personaje y al mundo y a las personas que lo rodean. Un hombre apasionado por un arte en cierto modo extinto, entre olvidado y folclórico, pero que él trata como si fuera una religión a la que dedicarle la vida. Y en retratar a ese hombre está el secreto de la película que procede un poco como su protagonista, con calma pero a la vez decidida a llegar a su destino.