La nueva cinta del español Albert Pintó, hablamos de Malasaña 32, llega a las salas de nuestro país para trasladarnos a la década del 70´y aterrorizarnos un buen rato. Porque más allá que la historia por momentos se torna sobreexplicativa, es indudable que Albert sabe narrar. Sabe manejar el tempo de horror y suspenso como pocos.
Como mencionamos en el párrafo anterior, la cinta se ambienta en la década del 70´, en España, específicamente en el barrio madrileño de Malasaña. Desde el campo, llega a la gran ciudad una familia tipo, una pareja con tres hijos, sumado el abuelito. La idea es progresar, crecer, mejorar la calidad de vida en una casa más grande, y que los más jóvenes encuentren un mejor futuro.
Nunca mejor aplicado aquí el refrán “lo barato sale caro”, ya que la pareja (a través de una hipoteca) logra comprar un hermoso piso a un precio muy económico. Como ya se lo imaginan, la familia estará acompañada y no precisamente por seres celestiales. Desde el vamos, sobre todo el benjamín de la familia, comenzará a experimentar fenómenos paranormales, porque algo o alguien habita allí. Está aferrado o aferrada a una obsesión que trasciende lo terrenal.
La narración de Malasaña 32, es muy ecuánime al momento de brindarnos sustos y sugestionarnos. Lo acertado, es que más allá de que anticipamos lo que va a suceder (con algunos golpes de efectos incluidos), logra mantenernos en vilo, y nos insta a indagar qué oscura historia esconde esta casa. Otro gran acierto son todas las actuaciones, sobre todo la de Amparo (Bergoña Vargas), y el pequeño Rafael (Iván Renedo), quienes dotan de credibilidad y sobriedad a un relato fantasmal que bien podría tornarse grotesco o caricaturesco.
O sea, es el buen resultado de una conjugación creada entre el oficio del realizador, sumado el compromiso actoral y la importancia brindada a los personajes. A destacar también ciertas escenas y pasajes muy logrados, como cuando el niño interactúa con una marioneta espeluznante a través del televisor; o el intercambio de misivas a través de un tendal de ropa que cruza edificio a edificio (aquí no me explayaré por los spoilers).
Y hablando de spoilers, solo les adelanto que se encontrarán con más de una sorpresa relacionada a la resolución de la trama. Si es cierto que la película hacia el final tiene alguna que otra escena que sobra, o que se torna redundante, pero la cinta cumple con todos los tópicos del género de manera fiel, inclusive tiene un dejo melodramático poco explorado, pero muy siniestro. Una historia que asusta, con identidad y sello personal.