La comedia tiene muchos tipos. En cada país se le da importancia a diferentes subgéneros y es así como en Argentina la comedia más característica es el grotesco criollo de Esperando la Carroza (1985), en Estados Unidos el descontrol ridículo toma el protagonismo (como en 21 Jump Street) y en el Reino Unido la parodia de un viejo género hace reir a miles (Kingsman, 2014). Pero cuando la comedia tiene que ver con el absurdo y se mezcla con el drama es más complicado venderla y no suele abandonar la góndola del cine independiente a pesar de tener cada vez más exposición. Maldito Seas Waterfall sufre de esta hiperespecificidad; le será difícil insertarse en un mercado en el que la comedia grosera y fácil tiene protagonismo desde siempre.
La vida de Roque Waterfall (Martín Piroyansky) desde afuera parece muy fácil. Sus padres le dejaron su casa, un departamento que alquila para solventar sus gastos y no tener que trabajar. No hacer nada productivo con su vida, ni tiene interés en absolutamente nada más que su equipo favorito de fútbol, Atlanta, y los poetas malditos. Como encuentra este estilo de vida interesante, el director de cine Hans Hofer (Rafael Spregelburd) lo filmará para crear un documental sobre su vida (ignorando completamente las promesas a sus inversores). En el medio del caos que es la Ciudad de Buenos Aires, una abejita para nada trabajadora será el centro de una producción que parodia todo a su paso: desde el mismísimo género documental hasta sus propios personajes.
Alejandro Chomski es el director y se basó en el libro de Jorge Parrondo para confeccionar el guión Sus trabajos previos como Dormir al Sol (2010) y Hoy y Mañana (2003) le dieron un lugarcito entre los directores relevantes de la actualidad argentina, aunque más de la mitad de su carrera está compuesta de cortos. El elenco es breve pero conciso: nadie sobra y todos dan lo justo y necesario para hacer funcionar la historia. El protagonista, Roque Waterfall, es interpretado por Piroyansky, una cara recurrente en el cine argentino (Voley, 2014; Permitidos, 2016). Lo acompaña Spregelburd, conocido por su trabajo como actor (El Hombre de al Lado, 2010) y como guionista de teatro (La Escala Humana, 2002), que resulta ser el único que parece saber lo que hace. Completa el círculo protagónico Juana Schindler. Ningún aspecto de la película es sobresaliente, así que las actuaciones a media máquina no desentonan.
Hay algunos temas que sacados de las páginas no surten el mismo efecto. La comedia intelectualoide puede funcionar muy bien y con facilidad en un libro, pero saber si es adaptable a la pantalla merece un ojo entrenado. Maldito seas, Roque Waterfall! y su humor deprimente y resignado podrían haber hecho su tránsito a la pantalla de mejor manera si hubiese sido menos literal y aprovechado mejor las herramientas que el cine otorga.