Terror nacional algo desparejo, pero eficaz
Esta película de terror dividida en tres episodios es despareja pero tiene lo suyo. En especial el prólogo, que después también hace de nexo entre los relatos, está nuy logrado y de algún modo une el terror sobrenatural con el típico cine testimonial argentino, ya que la acción empieza con un procedimiento de parapoliciales en el lugar equivocado. Es una casa donde se practica ritos ocultos y otras actividades non sanctas. Más allá del humor negro propio de estos casos, todo este prólogo mantiene un nivel de tensión llamativo, igual que el primer relato, «La caja», con el mismo tipo de personajes violentos e irremidibles pero ya en otra época.
Luego, a medida que avanza la película, el humor va intercalándose con el terror mientras la tensión decae, anque por momentos hay ideas realmente originales y escenas muy eficaces, con la dosis de gore que el fan del género siempre agradece. Las historias están bien hilvanadas entre sí, volviendo siempre al nexo -que sin duda es lo mejor del film- y si no todo funciona es en parte debido a que no todas las actuaciones tienen buen nivel.
En todo caso, hay que reconocerle a este atípico film ser el pionero de un subgénero del fantástico: el cine de terror con enanos de jardín, que aquí aparecen sutil pero ominosamente al principio hasta desencadenar una verdadera masacre en un final tan horripilante como hilarante, sin desperdicio.