Terror made in Haedo
La película de Demian Rugna y Fabian Forte tiene de todo, tiene tanto que parecen varias películas en una, varias historias, varios tonos, varias épocas, varios géneros (?), de todo. El eje conductor de la trama parece ser una especie de brujo, pai umbanda o algún tipo de ser con poderes sobrenaturales que por diferentes razones entra en la vida de diferentes personas, en diferentes épocas, dando lugar a diferentes historias viscerales (en el sentido más estricto y literal de la palabra) donde abunda la muerte, que es casi su razón de ser, y el miedo. En algunos aspectos formales las cosas parecen funcionar. Por momentos parece una película exclusivamente realizada para lucir esos aspectos formales, como una práctica de como posicionar la cámara, como montar una escena de terror, como musicalizarla. Y debo decir que muchos de esos aspectos están muy bien realizados, si bien las actuaciones no acompañan del todo. La escena inicial es en una casa aterradora que es allanada por un grupo de policías en la década del ´70, por ser una supuesta base comunista o algo así. La escena nos prepara muy bien, el ambiente y la música nos inquietan y nos envuelven en un entorno perturbador, con la radio de la policía que insiste con incomunicar a los interlocutores, con el silbido constante y penetrante de la pava hirviendo en la hornalla, con una anciana divagando mientras parece leer la borra de una taza de café, con decenas de enanos de jardín (que de por sí son tétricos) y la voz de un niño pidiendo ayuda. El ABC del terror puesto en marcha y con buenos resultados.
Pero el mucho abarcar del que hablaba hace que la película pierda el rumbo por completo. Lo que al principio es terror, da paso al grotesco y a la violencia desenfrenada, a lo fantástico que por momentos se convierte en fábula de los hermanos Grimm (sino de qué otra forma definir a esa suerte de Rapunzel de bellos nazales), a la clase B más autoconsciente, alcanzando por momentos un humor que no termina de encajar del todo con el resto de la película.
Esta indefinición se nota también en lo que nos muestra y lo que nos oculta. Al comienzo de la película hay un fuera de campo del asesinato de un niño, vemos solo al que dispara y la mano llena de sangre del niño que yace en el piso; pero al final nos muestra en primer plano como le vuelan la cabeza de un escopetazo a una niña. En toda la película la sangre, las visceras y la escatología se multiplican, a veces forzadamente, pero a la hora de mostrar una escena de sexo no se asoma ni una teta, solo un par de rostros de goce y dolor. De nuevo, lo que muestra parece obedecer exclusivamente a la necesidad de exhibir ciertos aspectos formales, y no a darle algún sentido o coherencia con el resto del relato.
En definitiva, la película en su totalidad no funciona, pero todo eso que tanto hincapié hicieron en mostrarnos, demuestra que las herramientas sobran para hacer buen cine de género en Argentina. Aplaudo entonces el estreno de esta y muchas otras películas independientes de nuestros pagos que se estrenan cada vez más en nuestros país.