La complicada unión de los dos reinos
“Maléfica: Dueña del Mal” (Maleficent: Mistress of Evil, 2019) es una película fantástica de aventuras que constituye la secuela de “Maléfica” (Maleficent, 2014). Dirigida por Joachim Rønning y co-escrita por Linda Woolverton, Noah Harpster y Micah Fitzerman-Blue, la producción de Disney vuelve a estar protagonizada por Angelina Jolie. Completan el reparto Elle Fanning, Michelle Pfeiffer, Sam Riley, Harris Dickinson (Mentes poderosas), Robert Lindsay, Chiwetel Ejiofor, Juno Temple, entre otros.
Cinco años después de los eventos ocurridos en el primer filme, Aurora (Elle Fanning) continúa reinando con mucha responsabilidad el Páramo en donde coexisten las hadas con diversas criaturas de la naturaleza. Una mañana, para su sorpresa, el príncipe Phillip (Harris Dickinson) se presenta y le propone matrimonio. Aurora acepta sin dudarlo. Feliz y entusiasmada, la joven deberá asistir a una cena organizada por Ingrith (Michelle Pfeiffer), reina de Ulstead y madre de Phillip. Ingrith también quiere conocer a Maléfica (Angelina Jolie), hada oscura que se ocupó de criar a Aurora. Aunque el rey John (Robert Lindsay) ve esta unión como el inicio de paz entre dos reinos diferentes, la estratega Ingrith durante la velada tendrá otras intenciones malévolas para acabar con los que no son de su especie.
En el año 2014 conocimos a una de las villanas más emblemáticas de Disney desde otra perspectiva. Al contar la historia desde su punto de vista, pudimos ver que Maléfica no era un ser maligno y odioso como creíamos gracias al filme animado de “La bella durmiente” (Sleeping Beauty, 1959), sino que esta hada con poderes inigualables tenía motivos de sobra para expresar su enfado y disgusto. Maléfica cometió errores, pero se arrepintió y no hubo amor más poderoso que el que le dio a Aurora, siendo éste (y no el del príncipe) el que terminó salvando a la princesa del hechizo del sueño eterno.
Teniendo en cuenta que esa película cerraba de manera ideal un cuento que ya conocíamos pero con la originalidad suficiente para demostrar que no todo es lo que parece, ya se intuía que “Maléfica: Dueña del Mal” iba a ser una secuela totalmente innecesaria. Y estábamos en lo cierto. Aquí ya no contamos con Brenton Thwaites (El dador de recuerdos) como el príncipe Phillip, pero el cambio de actor no resulta tan grave ya que este personaje era sumamente secundario en la primera parte. Lo que molesta de esta nueva aventura pasa más por el lado de la falta de ideas y de un guión bastante pobre que no da lugar al desarrollo de las diferentes problemáticas.
Con dos horas de metraje, la película no está bien estructurada y por momentos puede llegar a cansar, en especial porque lo más atractivo de la obra pasa por su protagonista, la cual cuenta con menor tiempo en pantalla. Angelina Jolie sigue siendo la Maléfica perfecta: con sus ojos penetrantes, sus comentarios irónicos y sus imponentes cuernos, la hada oscura más temida es un deleite para el espectador. La verdadera “dueña del mal” del título no es ella sino la madre del príncipe Phillip, por lo que verdaderamente no se entiende para qué nos quisieron hacer creer que ahora Maléfica sí sería ruin.
Por otro lado, Elle Fanning vuelve a darnos a una Aurora risueña, adorable y positiva. Sin embargo el adjetivo que mejor la define en esta ocasión es el de ingenua. Un poco de inocencia (como en la primera película) está bien e incluso sirve para lograr empatizar con el personaje, sin embargo aquí Aurora es tan ilusa que llega a dar ganas de abofetearla y hacerla caer en la realidad. Lo mismo sucede con el príncipe Phillip, que no hace nada memorable durante toda la película y tarda añares en darse cuenta quién es el verdadero enemigo.
Con respecto a Michelle Pffeifer, su Ingrith recuerda bastante a lo que hicieron con Cersei Lannister (Lena Headey) en la última temporada de “Juego de Tronos” (Game of thrones, 2011-2019). La reina es una de esas malas malísimas que tiene sus ideas y objetivos bien claros, sin embargo desde la dirección más que mostrarla en acción se prefiere enfocarla en primer plano desde el balcón del castillo, contemplando la guerra que ella misma originó. Cuando Ingrith expresa los motivos de su odio a los que no son humanos como ella, éstos no son profundizados como se debe por lo que uno se queda con la sensación de que la soberana es vil porque sí.
Enfocados en ser mucho más grandilocuentes en cuanto a las batallas épicas y los escenarios, el exceso de CGI se nota en casi todo momento. No obstante la película logra ser entretenida a pesar de su previsibilidad y flojo guión. Las tres hadas madrinas de Aurora siguen teniendo líneas de diálogo patéticas pero la mayoría de las otras criaturas consiguen causar ternura. El mensaje de unión, convivencia y respeto a pesar de las diferencias resulta una buena moraleja para los tiempos que corren.
A pesar de contar con muy pocos momentos entre Aurora y Maléfica, éstos son suficientes para demostrar que la relación de madre e hija construida sigue intacta, siendo de lo mejor que nos otorga esta secuela. Con más errores que aciertos, “Maléfica: Dueña del Mal” no logra superar ni por asomo a su predecesora pero se deja ver si no se tienen muchas pretensiones.