En plena era de spin offs y secuelas, y con el antecedente de más de 700 millones de recaudación en la primera entrega de Maléfica, la franquicia de Disney está de regreso con más efectos y menos ideas. Si el capítulo debut había sido una mera excusa para detonar un nuevo fenómeno de taquilla, esta segunda entrega llega a niveles bochornosos con un guión que ideológicamente atrasa y narrativamente nunca despega.
El punto de partida es la chance de la unión de dos reinos antagónicos a partir del casamiento del Príncipe Philip y la cándida Aurora, es decir la mismísima hijastra de Maléfica. La confrontación entre las madres de los tortolitos no solo constituye una amenaza contra la concreción de la soñada boda, sino también una lucha por el poder entre dos mundos opuestos, el de la "normalidad" (así entre comillas) y el de la "fantasía" (también entrecomillada).
Tratándose de un producto Disney, sería insólio que la película se inclinara al territorio de la audacia. Sin embargo, sus niveles de cursilería e ingenuidad son tan altos que hacen absurda la calificación de esta propuesta en Argentina como "Apta para mayores de 13 años". Más allá de la elemental concepción de una ultra ñoña Aurora (Elle Fanning no tiene la culpa), que lejos de todo empoderamiento acorde a estos tiempos, sueña con casarse con un príncipe que la redobla en ñoñez; las reinas madres tampoco logran salvarse del despropósito.
Maléfica (una Angelina Jolie que vuelve a poner toda la garra para sacar a flote lo insalvable), mide sus fuerzas con Ingrid (una Michelle Pfeiffer imperdonablemente desperdiciada). Da un poco de vergüenza ajena ver a dos notables actrices pronunciando diálogos imposibles, y haciendo malabares con su magnetismo para sortear la pereza del equipo de guionistas responsables de este trámite. Ante la falta de alquimia, la película apuesta a la sobredosis de efectos. Decenas de hadas, árboles caminantes, soldados listos para disparar todo tipo de municiones; pueblan la pantalla para rellenar un abismo narrativo que no logra conquistar ni un momento de química o verdadera tensión dramática.
El gran problema de este engendro es que se toma demasiado en serio a sí mismo. Cada tanto se filtra una que otra bocanada de ironía, que se ensambla con frescura a esa paleta visual saturada de un barroco kitsch. Pero esas escasas instancias quedan sofocadas bajo insufribles parrafadas, tan solemnes como subrayadas, que anulan el juego con cualquier tipo de alegoría. No hay nada sugerente en Maléfica: la dueña del mal. Todo está torpemente dicho en este relato que involucra a un reino de fantasía, en el que paradójicamente el hechizo brilla por su ausencia.
Maleficent: Mistress of evil / Estados Unidos / 2019 / 119 minutos / Apta para mayores de 13 años / Dirección: Joachim Rønning / Con: Angelina Jolie, Michelle Pfeiffer, Elle Fanning, Harris Dickinson, Sam Riley y Chiwetel Ejiofor