Aún con el esfuerzo de su elenco, de la presencia notable de Jolie y Pfeiffer, no es más que ruido y telenovela a medio cocinar.
Había una vez, en un hermoso reino, cuentos que nos transportaban a un universo mágico, diferente del nuestro aunque de ningún modo más simple. Pero un día, aparecieron las recaudaciones millonarias y los directores incapaces de dirigir algo decente, los presupuestos inflacionarios, los efectos especiales usados sin criterio, “Game of Thrones” y la venta de muñequitos.
Entonces, aquellos cuentos llenos de belleza surreal se transformaron en tediosas pirámides narrativas cuya débil cúspide es una batalla aburrida entre cosas de colores que, finalmente, derivan en secuelas más largas que la original.
Si queréis verlo con vuestros propios ojos, ese reino de la imaginación ausente y el diseño omnipresente inunda hoy las salas con el nombre de “Maléfica: reina del mal”. Y aunque la primera película no carecía de valores y de emoción, esta continuación, aún con el esfuerzo de su elenco, de la presencia notable de Jolie y Pfeiffer, no es más que ruido y telenovela a medio cocinar.
Ambas reinas de la pantalla hacen lo que pueden para salvaguardar la maravilla, pero entre ese ogro llamado Corrección Política y la necesidad de una batalla para atraer el ojo del varoncito, todo se disuelve. Así, lo que alguna vez fue un gran cuento de hadas es, hoy, un cuento de nada.