Las adaptaciones live action de los clásicos de Disney son un éxito rotundo, sus secuelas no tanto, pero Maléfica: Dueña del mal se perfila a tener buena aceptación.
Cuando en 2014 se estrenó la primera parte, supimos que la adaptación se alejó bastante del material original. Eso por un lado estuvo muy bueno ya que estas películas suelen pecar por su falta de originalidad, pero por el otro le sacó bastante misticismo al personaje. Pasar de ser la “gran villana de Disney” a una heroína fue un tanto polémico.
Pero lo cierto es que el carisma y presencia de Angelina Jolie lo puede todo y el film fue un digno producto.
Y gracias al éxito que cosechó, una secuela era lo obvio. Pero lo que sorprendió fue la fecha de estreno. Fue casi de un día para el otro ya que la película no se encontraba en el line up original de Disney de 2019.
Lo que me parece acertado en esta oportunidad es el relato original, aunque obvio.
Es la típica caída (y redención) del héroe, que se disfruta en el marco de una película de aventuras. Pero por momentos aburre bastante.
El público que haya consumido cine de aventuras de los 80s sentirá que ya vio algo similar. En cambio, el público nuevo tendrá más capacidad de asombro
El director noruego Joachim Rønning cumple un manual de estilo tal como lo hizo con la última Piratas del Caribe (2017), dejando atrás ciertos elementos interesantes que había mostrado en Kon-Tiki (2012).
El film es correcto pero muy artificial y no decae en la desgracia debido a sus dos protagonistas.
Angelina, aunque en piloto automático, hace relucir cualquier cosa, y Elle Fanning es una de las mejores actrices de la nueva generación. Brilla en todo, aún como princesa de Disney.
Al artificio extremo de VFX se le suma un guión bastante pobre. Pero aún así la película no es mala.
En definitiva, Maléfica: Dueña del mal es disfrutable por un público joven, pero no mucho más que eso.