El de Linda Woolverton no es un nombre que sea muy reconocido. Pero fue coautora de algunos de los mayores éxitos de Disney, de La Bella y la Bestia (1991) en adelante, pasando por El Rey León, Alicia en el País de las maravillas y Maléfica, por ejemplo. Y ya está ducha en esto de imaginar secuelas o nuevas situaciones a personajes creados por terceros. Mal no le ha ido, aunque sus pares de la Academia de Hollywood no la nominaron jamás.
Todo viene a cuento de que Maléfica: Dueña del mal, la secuela del exitazo de 2014 que ya era un spin-off del dibujo animado de Disney La Bella Durmiente (1959), se extiende como los brazos de su protagonista. Se ha dicho una y mil veces que no siempre más es mejor, y Maléfica: Dueña del maltiene más acción, más seres como Maléfica y más protagonistas femeninas -al personaje del título y a Aurora se suma la reina Ingrith-, pero menos humor.
La película comienza con una secuencia que hasta parece salida de otra realización. Tiene que ver con la caza de ciertos duendes en un bosque salvaje, con árboles que caminan y hongos que sonríen. Lo importante es que Aurora se va a casar con el Príncipe Philips, de Ulstead, y la boda unirá dos reinos que estuvieron históricamente enfrentados.
Y lo que sigue es una versión más aventuresca de ¿Sabes quién viene a cenar?, cuando los reyes de Ulstead inviten a Aurora y a… Maléfica, porque al fin de cuentas es quien la crió y se siente su madre.
La reina Ingrith es la mala de turno. Michelle Pfeiffer la engalana con todas esas poses y miradas que quien fuera la perdición de Los fabulosos Baker Boys o la Gatúbela delBatman de Tim Burton sigue teniendo en su ADN. Elle Fanning ha crecido estos últimos cinco años, pero puede seguir siendo aniñada, aunque la trama le haga brotar sangre de su rostro en alguna que otra ocasión.
Y para que todo se sostenga, más allá de batallas interminables entre el ejército real y los parientes de Maléfica, sí, claro, está ella. Ella no es Maléfica sino Angelina Jolie, con sus pómulos salientes por efectos de computación digital, sus ojos como esmeraldas, o marrones, según la ocasión, y ese porte y esa sonrisa endiablada que la han convertido en una villana antiheroína más simpática, claro, que el Guasón de Joaquin Phoenix.
El director noruego Joachim Rønning, de Piratas del Caribe: La venganza de Salazar, no le da al filme una firma, un signo de autor. Está a disposición del CGI, casi como hizo en la última de Jack Sparrow.
“Recuerdo esta historia de una bruja malvada, y la princesa que maldijo para dormir para siempre. La historia se convirtió en leyenda. Pero esto no es un cuento de hadas”, recuerda Ingrith. Ni que hiciera falta.
Ya aprendimos que Maléfica no es malvada, sino algo impulsiva, tiene mal genio y peor prensa. Aquí, hasta se muestra vulnerable, y con mejores diálogos tal vez le iría mejor.