Geopolítica de la maldad
En Maléfica: Dueña del mal (Maleficent: Mistress of evil, 2019) se construye un relato a partir de la contraposición de dos fuerzas “maléficas” (una peor que la otra), y que en el fondo esconde una bajada ideológica importante sobre los territorios, aún con su disfraz e impronta de cuento de hadas y entretenimiento infantil.
En la historia, continuación de la recuperación de la mítica villana de Sleeping beauty: La bella durmiente, se esconde un fuerte mensaje en contra del otro, justamente en donde la otredad, en este caso configurada por disidencias, son los protagonistas.
Acá el otro, según el posicionamiento del narrador, destruye un estado natural de las cosas que se habían dejado en la primera parte de la saga, transformándolo en una amenaza para el statu quo del reino y, también, del relato, convirtiéndolo en el impulsor político de la película.
Maléfica: Dueña del mal transcurre la mayor parte de la narración tras los muros del castillo de Ulstead (cualquier similitud con USA es pura casualidad), desde donde se paran y posicionan los “normalizados” a combatir hadas, gnomos, unicornios y un sinfín de criaturas mitológicas que disfrutan de su libertad sin ningún tipo de censura o norma (mal hecho según la impronta Disney).
Pero claro está que en este mundo ideal para algunos, subversivo para otros, según donde se posicione el espectador, el reinado de Ulstead no puede conciliar ni siquiera la participación de algún miembro de la realeza, y mucho menos el romance de dos miembros de cada universo como parte de la propuesta política ya de los mismos.
Así, el cuento continua con “había una nueva vez”, presentando a Aurora (Elle Fanning) en su mejor momento, rodeada de seres mágicos que aguarda el momento en el que el príncipe Phillip (Harris Dickinson) le pida su mano (el empoderamiento femenino se dejó de lado en esta oportunidad).
Con la complicidad de dichos seres Phillip realizará oficialmente el pedido de mano, sin saber que en ese instante le declarará la guerra al reino en el cual Maléfica (Angelina Jolie) y Aurora han pasado gran parte de su vida, ya que su madre (Michelle Pfeiffer), no concibe que su hijo se relacione con alguien asociado a la magia y fantasía.
El principal inconveniente de Maléfica: Dueña del mal no es su factura técnica, al contrario, las imágenes generadas digitalmente, con un dejo kitch y camp son bellísimas, sino que es su liviandad para profundizar en cuestiones narrativas y conflictos, que bien podrían haber potenciado la trama, y terminan sólo enunciándose, con un sabor amargo, pensando que principalmente los niños consumirán el producto.