Maléfica

Crítica de Elena Marina D'Aquila - A Sala Llena

La novia vestía de negro.

Angelina Jolie y sus pómulos -filosos como cuchillos, nunca antes tan prominentes- son los protagonistas de esta película que viene a responder aquello que el clásico animado de 1959 dejó inconcluso: ¿por qué la estilizada villana de La Bella Durmiente maldice en su cuna a la hija del rey Stefan? La respuesta se hizo esperar unas cuantas décadas, pero ahora Disney devela el misterio y nosotros volvemos a ser niños de nuevo, como si hubiésemos resuelto un acertijo.

Maléfica es el alma de esta película que lleva su nombre. Pero en la reversión de Stromberg no es ninguna bruja. Hasta podríamos decir que no es tampoco una villana. Ni una víctima. Maléfica es simplemente una mujer a la que bajar la guardia le significará un daño irreparable, una quemadura que arderá casi hasta el final. Jolie toma el mando de la pantalla con un vestuario que parece salido de una convención de comics, para convertirse casi en una dominatrix absoluta cuando le dice a Stefan “me gusta cuando rogás, hacelo de nuevo”, o para robarse el plano escondida detrás de ese bosque azulino o caminando por los oscuros pasajes del palacio.

Maléfica se incrusta un poco más profundo de lo que cualquier cuento de hadas llevado a la pantalla grande en los últimos años se adentró. Jugando con los roles de la mujer y los del bien y el mal, le da una vuelta de tuerca al clásico cuento de hadas y, continuando la línea de Frozen, cambia el paradigma de la princesa tradicional para transformarse en una historia cruel y terrible, en donde la fortaleza emocional de Maléfica se convertirá en su arma mortal. Un personaje que habla sólo lo suficiente y al que Stromberg sabe cómo filmar para que brille como una diosa. Si bien nadie opaca a Jolie, Elle Fanning despliega un encanto envidiable como belleza opuesta a la de su “hada madrina” y el personaje de Diaval, a veces sidekick y otras comic relief, cumple cada una de sus funciones con el timing adecuado y ni un minuto de más en pantalla. El amor aquí no tiene nada que ver con la llegada de un príncipe ni con vivir felices para siempre. En Maléfica pasa por otro lado: por el amor filial que, según el mensaje de la película, es el único amor verdadero posible.

Sin embargo, Stromberg -con una larga carrera como supervisor/ diseñador de efectos especiales, artista conceptual y diseñador de producción en películas de gran escala- es consciente de que aunque sea en una sola escena, debe entregar la espectacularidad que el estudio y el público demandan, y esa es la única escena que desentona con el resto: la de los humanos y los seres mágicos en pleno acto de combate. Porque en ese momento la espectacularidad se pone por encima de la historia sin demasiada coherencia, cuando en la mayor parte de la película son la historia y su protagonista los que están por encima de todo y de todos. Y digo la protagonista -y no Angelina Jolie- porque uno de los desafíos más grandes a los que tuvo que enfrentarse Stromberg fue que la actriz no se comiera al personaje sino que se perdiera en él, para luego entregarse a nosotros.

Los efectos de maquillaje a cargo de Rick Baker -ganador del Oscar por su trabajo en Un Hombre Lobo Americano en Londres- resucitan con un aire gótico la oscuridad detrás de los cuentos de hadas. Y como en todo cuento de hadas hay magia, pero a no confundirse. También hay dolor, traición y desilusión.