Maléfica

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Reconocido como diseñador de producción (Avatar, Alicia en el país de las maravillas, de Tim Burton; Oz: el poderoso) y por sus efectos visuales (decenas de títulos de primera línea) y premiado en esos rubros, Robert Stromberg debuta como director con una notable impericia: en Maléfica no hay progresión narrativa, no hay fluidez, no hay suspenso, no hay movimiento. Hay muchos ejemplos para señalar en detalle las fallas de esta película. Algunos son la falta de construcción de la lógica espacial -la resolución en el castillo sobre todo- la arbitrariedad de los poderes presentes (¡ay, esas alas!), la presencia de las hadas chiquitas en el reino humano, la quietud soporífera de innumerables escenas que soportan una música trepidante sin motivo. En términos generales, podría señalarse la falta de cualquier tipo de parentesco con eso que Hollywood sabe (o sabía, a juzgar por este aciago 2014) de sobra: cómo contar una historia de forma atractiva. Hay, sí, muchos efectos digitales, abundancia de seres imaginarios -algunos enanos cuyo diseño no está a la altura del presupuesto millonario de esta película-, una protagonista excluyente y una historia conocida de antes contada ahora en modo revisionista.

La protagonista también es la productora, y es poderosa. Por lo que preocuparse únicamente por el director es ingenuo, demodé, digno del cine de los 70. Maléfica es Angelina Jolie. UnaMaléfica, claro, distinta, que toma de la villana de La bella durmiente de 1959 dos o tres situaciones (tal vez dos) y cambia la historia. Esta Maléfica ya no es una bruja -ni se menciona esa palabra-, sino un hada despechada: no es más la mala, y eso está claro desde el principio, así que no hay aquí revelación ni sorpresa alguna (que la guionista sea la misma del mayor desastre de Tim Burton, Alicia en el país de las maravillas, tampoco sorprende). Por lo demás, la película es una declaración acerca de lo buenos que pueden ser los padres adoptivos. Angelina Jolie hace una película para decir esto -en 12 años de esclavitud, su marido Brad Pitt produjo e interpretó tuvo un papel aún más ridículo en términos de exhibición de bondad esclarecida- y para dominar cada plano (es notorio que nadie en el elenco está en condiciones de opacarla). Esto es "cine de actor", diseñado alrededor del ego de la estrella. Cine, emoción, gracia, diversión: busquen en otro lado.

Maléfica es una película vaciada de poderío. Todo sucede burocráticamente y de forma descuidada: nótese la presentación del "muchachito", o cómo no funcionan los previsibles chistes, o cómo el imposible actor que hace de rey no tiene ningún atractivo como villano. Pero además -y más grave aún- es una toma por asalto a uno de los villanos clásicos, a esa Maléfica dibujada, más sexy, más oscura, más colorida, más intensa y más grande que la vida misma que nos atraía en su demencia maligna.

Disney, con esta nueva Maléfica sin intensidad, comete un acto de autosabotaje al atentar contra su Bella Durmiente animada. Ante este ultraje al cine, pedimos que dejen en paz a los villanos y que respeten los sanos miedos que nos formaron como espectadores. O, si van a hacer revisionismo, que sea con sustento cinematográfico y no basado en caprichos inconducentes de actores y actrices.