Es innegable que entre tanto refrito y vuelta a lo mismo, una propuesta como la de “Maléfica” es, como mínimo, bienvenida. Tenemos cierta idea establecida de La Bella Durmiente como relato y Disney propone que miremos con otros ojos; que escuchemos otra historia. Eso no implica que por ensayar una vuelta de tuerca se deje de contar un cuento de hadas. Entonces, tenemos un ‘no cuento de hadas’ (si nos apegamos a lo que esa definición suele dar a entender en un nivel general) como solo Disney sabe llevarlo a la pantalla y con lo que se podría esperar de una superproducción de Disney hoy día: prolijidad absoluta, música espléndida y evocativa (cortesía del gran James Newton-Howard) y el atractivo del 3D.
Sin ánimo de comparar, cuando se trata de árboles gigantes y criaturas que vuelan por los cielos en 3D, “Avatar” sigue apareciendo como insuperable. Por otro lado –y aunque jamás me hubiese imaginado escribiendo tal defensa del film de James Cameron-, la perfección visual atenta aquí contra la (si se quiere) sensibilidad de los personajes. Por más fría y calculadora que sea la Maléfica de Angelina Jolie, resulta irónica, en contraposición, la humanidad de los seres de Pandora. Parece que después de todo la técnica revolucionaria de captura de movimiento y reemplazo facial le hizo bien a Cameron.
El director aquí es Robert Stromberg –que, fijate vos, ganó el Oscar por la dirección de arte de “Avatar” y viene del palo de los FX- y, por más que el anclaje en un cuento de hadas pueda justificar cierta convencionalidad, todo en “Maléfica” resulta mecánico y falto de emoción. Hay un par de momentos que tocan una fibra sentimental, pero es más por el estratégico planteo de la historia que por sus criaturas y el mundo que habitan. En un esquemático ida y vuelta, las secuencias de batalla son muchas, los diálogos muy pocos, lo visual toma predominancia y a estos personajes no los llegamos a conocer.
Después está la diferencia de tonos actorales. El trío de hadas llega a cansar; Angelina Jolie no hace una caricatura, tampoco Elle Fanning (Aurora, la ‘bella durmiente’) y entre ambas se condensa la seriedad y densidad dramática del proyecto. Es el rey Stefan de Sharito Copley, por su parte, aporta poco matiz y su constante exageración lo expone como desubicado. Algo similar me sucedió el año pasado con la labor de Michael Shannon en “El hombre de acero”. El atrevimiento que se intuye al principio se va desvaneciendo y la película se posa en un punto medio que, más que molestar, da pena. Sus alas son preciosas, pero “Maléfica” no vuela. Regular.