Clásico reciclado para los nuevos tiempos
Ya pasaron Blancanieves y el cazador, Hansel y gretel: Cazadores de brujas y La chica de la capa roja, todos clásicos infantiles inmortalizados en el inconsciente cinéfilo gracias a Disney, que fueron reversionados en los últimos desde un punto de vista mucho más oscuro, alejado del común de las películas infantiles. En esta tendencia puede ubicarse a Maléfica, la nueva versión de La bella durmiente, centrada en las vivencias de la bruja homónima.
Dirigida por Robert Stromberg y con guión de Linda Woolverton (El rey león, la Alicia en el país de las Maravillas de Tim Burton), la película imagina las motivaciones de Maléfica (Angelina Jolie en plan…Angelina Jolie) para hechizar a la pequeña Aurora. Motivación para la cual podían haberse esforzado un poco más, ya que todo se limita a un mero despecho amoroso: varios años atrás, el Rey había flirteado con ella con el fin de engañarla y robarle las alas. Lo que sigue es la historia ya conocida de la maldición de un pinchazo y el exilio de la princesa en un bosque alejado.
Hasta allí se mudará Maléfica con el fin de ver cómo crece progresivamente su víctima. Lo cierto es que del regodeo inicial al instinto maternal hay un límite muy delicado que el film obvia reduciéndolo a un par de escenas y anulando cualquier atisbo de progresión psicológica en los personajes. Es por esto que no se entiende demasiado el por qué ella intenta retrotraer el hechizo ni mucho menos qué la lleva a arriesgar la vida para salvarla.
Así, asentada en los predicamentos más banales y superfluos del cine infantil (pura imaginería visual, nulo desarrollo argumental) y en su espectacular despliegue de recursos, Maléfica olvida atender los vericuetos de una historia que daba para bastante más de lo que finalmente es.