Sobre casas, fantasmas y embarazadas
Si de tropos remanidos dentro de cine de Terror se trata, aquel que versa sobre nuevos inquilinos en una casa con pasado trágico seguramente lidera alguna lista de más usados/abusados, es sólo cuestión de googlear un poco. Malicious: En el vientre del diablo (Malicious, 2018) no se conforma sólo con esto y suma a la ecuación una mujer embarazada y apariciones fantasmagóricas, pero nada de esto logra elevar el material al menos a un nivel aceptable.
Sintetizando, Adam y Lisa son una joven pareja en la dulce espera que se muda a una hermosa casa, con proximidad a la universidad donde Adam empezará a dar clases pronto. La hermana de Lisa les envía una suerte de regalo de bienvenida, una cajita que, sin nadie saberlo, guarda un poder, fuerza o espíritu maléfico. Casaulidad o no, a los pocos días, Lisa pierde el bebé y empieza a tener experiencias paranormales en la casa que se vuelven cada vez más intensas.
Cuando decimos que Malicious: En el vientre del diablo repasa todos y cada uno de los tropos del subgénero fantasmal, no exageramos: desde el marido descreído hasta la mujer sola y traumatizada, pasando por el macguffin de rigor que a duras penas respeta la lógica interna del relato, el personaje con conocimientos de lo paranormal que explica la trama a la audiencia y el final ominoso que todos podemos anticipar sin necesidad de llegar al tercer acto.
Inicialmente resultaba prometedor que los productores de El juego del terror (The Collector, 2009) estuviesen involucrados, pero todo lo logrado en la mencionada producción brilla por su ausencia en este nuevo film. El suspenso es reemplazado por clichés gastados y se puede palpar una falta de atmósfera que afecta a los interpretes, todos ellos entregando líneas de diálogo robóticas y expresiones poco sentidas.
El director Michael Winnick tampoco parece capaz de aportar algo de claridad en este embrollo, entregando “jump scares” predecibles y sin inteligencia al momento de brindar al menos un par de secuencias inspiradas. Aunque si vemos su carrera (o prontuario) y notamos que dirigió uno de los últimos directo-a-video de Steven Seagal, no es de sorprender todo lo que leemos en estos párrafos.
Por más millenial que suene, el hecho de que una película no cuente con una entrada en Wikipedia para chequear algunos datos obligados que no figuran en otros sitios, dice más sobre Malicious de lo podríamos escribir y sin dudas asusta más que todas las casas malditas y espíritus chocarreros que podamos cruzarnos en pantalla.