And you really don’t remember
was it something that he said?
Are the voices in your head
calling, Gloria?
EN LA SANGRE
Cinco años después de dirigir la segunda película de la franquicia El conjuro, James Wan volvió al terror. Lo hizo después de haber alcanzado la cúspide del cine de franquicias de alto presupuesto: primero Rápido y furioso, después con Aquaman. Se nota: en el medio de una propuesta cinematográfica cada vez más conservadora, cada vez más acotada, James Wan usa las herramientas consolidadas a lo largo de estos años para entregar una película casi disruptiva. Acá, Wan apuesta a la mezcla de géneros, a la hipérbole y al desenfado total en una película que amenaza con volverse narrativamente caótica, hasta que decide hacer explotar todo por los aires. Luego de transitar el último acto (en el que los elementos que parecen desordenados se organizan de golpe) la sensación es de euforia, la que deja el cine disfrutado sin reparos. Puro festejo.
La protagonista de Malignant es Madison (Annabelle Wallis), que intenta mantener a flote la relación un marido violento del cual espera un hijo. Una noche, Derek empuja a Madison y le provoca una herida en la cabeza. Ella se encierra para protegerse, sin saber que por la casa merodea un extraño personaje que cambiará su vida para siempre. Esa noche, acontece una tragedia terrible a partir de la cual Madison empezará a presenciar violentos asesinatos, hasta que su camino se cruza inevitablemente con el del policía Kekoa Shaw (George Young), que investiga los crímenes.
Cuando se anunció, se habló de Malignant como un homenaje de James Wan al giallo. El resultado final es bastante más ecléctico, de influencias diversas y bastante personal. Hay elementos del subgénero, tanto narrativos (la investigación policial como columna vertebral del relato) como estéticos (los guantes negros del asesino). Se podría decir que Wan está intentando, con un manejo de la cámara espectacular y música electrónica al frente en la mezcla de sonido, recuperar algo de esa sensibilidad e integrarlo al mainstream de Hollywood. Creo que la influencia del giallo en Malignant tiene que ver más con una actitud que con una estética: la propuesta es construir un mundo de cine en el cual se entrelazan los géneros y las sensibilidades, que reniega de lo sutil (esas escenas expositivas al borde de la carcajada y a la vez, tan honestas y directas) y se atreve al descalabro (con un plot twist que me recordó, en desfachatez, al de la primera Don’t Breathe).
Con Malignant, Wan consolida un estilo que incorpora elementos de su paso por otros géneros (la acción, la aventura) y se aleja del de sus inicios con su colega Leigh Whannell (guionista de Saw e Insidious). Con El hombre invisible, Whannell pareciera haber elegido un cine de género de corte realista, que se preocupa por incorporar preocupaciones del presente y cobijarlas dentro de los códigos del thriller y el terror. En una dirección estética totalmente opuesta, James Wan (junto con las guionistas Akela Cooper e Ingrid Bisu) consigue lo mismo. Tanto El hombre invisible como Malignant son peliculas protagonizadas por mujeres que tienen que llegar a un acuerdo con la violencia que anida en su interior: esa que intentan esconder, pero el mundo en el que viven obliga a despertar.